domingo, junio 29, 2014

Saint Peter Day (o como se diga).

Menudo día el de ayer. Comenzó a una hora en que ya había amanecido, pero que, para mí, resultaba mismamente de madrugada, y acabó en la madrugada en sí, no tan tarde como pudiera haberlo hecho. Del examen de Cambridge lo mejor que se puede decir es que no conviene ni sufrir por adelantado, ni tampoco alegrarse por adelantado. Dado que tardan más de un mes en corregirlo, hasta entonces seguiré pensando lo que ya pensaba ayer: que, para ser la primera prueba de este tipo que afronto y constituir un examen objetivamente difícil, mi sensación fue de haber cumplido de forma aceptable. Para aprobar, al menos, ya sea el Advanced o al menos el First. Las virguerías las dejaremos para el máster, con su correspondiente TFM. Sufrir por adelantado es tan inútil como los remordimientos que pudieran surgir por no haberme planteado obtener este certificado antes. ¿Antes? Sencillamente, no lo necesitaba. Aunque, vistas como están las cosas, no es de extrañar que ahora los adolescentes que no han acabado el bachiller se lo piensen mejor y preparen este tipo de pruebas as soon as possible, como comprobamos ayer. 
Después de colgar un porrón de normas en la puerta de la sala, como si fueran las tablas de Moisés, resulta que el asunto no pintaba tan apocalíptico, dado que el examen comenzó con impuntualidad nada británica. Yo puedo estar satisfecho de haber completado las cinco partes, como decimos en español, de cabo a rabo, e incluso con tiempo de sobra en ocasiones. Hay que reconocer, claro está, que sobre la hora de la comida nos pusieron el Listening, la prueba que requiere mayor concentración, y el cansancio acumulado no ayudó mucho a desentrañar lo que decían esos anónimos locutores con problemas de vocalización. Todavía por la tarde faltaba la parte oral, que comenzó asimismo con un más previsible retraso. ¿Cómo fue? Bueno, cuesta ponderarlo. Yo en Suecia hablaba en Inglés porque era mi principal vía de comunicación. Lo de este examen se basa más en preguntas tipo Miss (o Mr.) España, certámenes por fortuna ya abolidos, y que si siguen existiendo lo hacen sin demasiado ruido. 
Si ya tras un examen sencillo de la carrera, pongamos que de dos horas, solía quedar con las baterías un tanto descargadas, se puede uno imaginar cómo estaba ayer, tras unas seis horas, con sus pequeñas pausas incluidas. Nevermind, era la última jornada grande de las fiestas, así que fuimos a ver qué actividades había por ahí, entre otras un Orgullo Zombi que, por lo visto, en León sustituye al verdadero Orgullo que se celebraba ayer y que no tuvieron la vergüenza de apoyar. Bueno, sí que hubo fiesta del Orgullo, pero de carácter comercial en uno de los pocos garitos de ambiente de la ciudad que tienen un éxito que parezca garantizar su existencia. Si logré arrastrarme hasta esas horas, con el colofón de una drag (que en inglés también significa arrastrar) ondeando la bandera arco iris, fue porque tenía una cita, menos formal pero en verdad más agradable que la de la mañana. 
Ahora me quedan un puñado de días para sacar las conclusiones de mi trabajo final, por fortuna creo que las tengo bastantes claras, y el día once parece ser que el ciclo del máster quedará concluido. ¿Y luego? Para empezar, supongo que comenzaré comprobando si el hipotético certificado de ayer me serviría para mi doctorado. Aunque, hasta el día ocho de agosto o por esas fechas, la existencia de ese título continuará siendo hipotética. 

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