lunes, enero 16, 2017

Blue Monday.

Blue? En todo caso, grey. Oviedo vuelve a sus fueros y la lluvia nos visita a diario. Plomizo pero necesario, desde luego, mejor esto que la sequía. Solo me gustaría que la nieve visitase al menos el Naranco, para así poder subir y llevarme una estampa distinta de la que descubrí el verano. 
Este invento de Blue Monday se debe a varias ecuaciones, o algo así, que tienen en cuenta variantes como las deudas navideñas (que yo no tengo), los kilos ganados (yo no gané ninguno y he vuelto al gimnasio), el clima (al que estoy más que acostumbrado), etc. Todo para dilucidar que es el día más triste del año. Bueno, no para mí. Aunque, claro, soy privilegiado. Si Cuarto Milenio acaba más tarde de lo habitual por un programa nuevo con un sofá o no se qué, pues me puedo permitir levantarme más tarde que la media en lunes. Eso sí, me desperté con el recuerdo de haber soñado con una antigua pareja. Nunca recuerdo mis sueños; ese, por desgracia, sí. Quién sabe, cualquier día podría toparme de bruces con ella, en la vida real. En todo caso, la jornada se presentó, como contraste, con nuevas oportunidades afectivas, otras que continúan y diversos grados de belleza, que se van relativizando unos a otros. Una mañana interesante, considero. Con lluvia, frío y todo. 
Si acaso, necesito una cierta dosis de motivación para retomar la escritura de la tesis y ante ello bien me vendrá la tutoría de mañana. No hay depresión. Solo pereza. Pero, eso sí, el catarro ha remitido, que ese sí era buen valedor de cualquier actitud perezosa. Quizá hoy celebre el supuesto día triste buscando la última obra del amigo Víctor. Encontrarla sí que me haría feliz. 

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