domingo, abril 14, 2019

Conejito de la suerte.



Dos semanas después, ya he enviado los dos artículos con enmiendas, y ahora toca seguir con la conocida dinámica del doctorado: la espera, o la tensa espera. Con la salvedad, eso sí, de que el plazo se está terminando, por lo que confío en que este mes pueda recibir al menos una de las respuestas. Ayer, después de la entrega del segundo artículo, me pasé por la pequeña feria friki de Espacio Vías, que el año pasado me había sorprendido a finales de Semana Santa, y este lo hizo al comienzo. Como suele suceder en esta ciudad, logré que algún amigo se me uniera en la expedición geek, a pesar de que el nivel de hormonas adolescentes del recinto era todavía más desproporcionado que en sus hermanas mayores, como el Level Up, no digamos ya el CometCon o Metrópoli. 
Sin embargo, ya he resaltado varias veces por aquí cómo es un ambiente en el que me siento como pez en el agua, no solo como friki, también friki queer: con sus chicas envueltas en banderas del arco iris, tíos haciendo cosplay travesti, y chapas que ponen Fuck gender roles. Por no hablar de las coreografías de pop coreano que estaban montando en el escenario, y que eran el verdadero espectáculo del momento. Dado que no había demasiados puestos en los que dejarme la pasta, al final, por tradición, pillé un sobre sorpresa libre de etiqueta de género (había otros rosas que ponían solo para chicas) y, pese a su supuesta masculinidad, me tocó un colgante de conejito con el que no se si me admitirían a alguna cofradía de papones. El conejo parece tener cierto gesto psicópata pero, aunque yo no soy de llevar colgantes y, por ahora, lo tengo aquí junto al ordenador en un rincón de recuerdos frikis, espero que sea mi conejito de la suerte para las semanas decisivas que se aproximan. Ahora voy a seguir con la tesis, el proyecto principal que, irónicamente, ha venido jugando un papel secundario con esta mandanga de los artículos. 

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