sábado, enero 15, 2011

The Never-Ending Week.

Esta ha sido la última semana, completa, del cuatrimestre, pero... ¡Cuánto le cuesta acabar a la jodía! Todo cambiará a partir de mediados de febrero, o al menos vivo con esa esperanza. Entonces, yo seré el primero que deba refrescar mi memoria respecto a la novela Los cerdos (y, de paso, revisarla para posibles modificaciones). Entonces será el momento de plantearse volver unos días a la capital. Hasta entonces, quizá pueda plantearme algún reto nuevo. Por casualidades de la vida, y otros factores que ahora serían prolijos de contar, mañana voy a tener la oportunidad de, por primera vez, probarme como profesor particular un poco en serio. No es que no haya explicado a compañeros de clase o amigos lecciones varias, con mayor o menor fortuna, pero ahora será otro rollo y, aunque estén previstas un par de horas semanales, debo considerarme un tipo con suerte por encontrar trabajo parcial en estas épocas de penuria. Voy a dejarlo aquí, que, además de mis exámenes, voy a tener que encargarme de alguno que otro ajeno. The Never-Ending Week terminará mañana, currando también, pero luego al menos tan solo quedarán tres días de clase antes del parón.

PD- Mañana por la noche ni globos de oro ni leches. ¡Jo! A ver si se lo dan a Julianne Moore y me lo pierdo...

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