viernes, mayo 06, 2011

Free Day.

Nada de día libre... A qué negarlo, no se si será un hecho verídico o una sensación entre física y psicológica, pero desde el fin de Semana Santa el viernes me resulta un día algo lamentable. A lo largo de la carrera ha gozado de diversa consideración. En Primero había que estar a las nueve de la mañana allí para Lingüísitica. En más de una ocasión me junté con alguna borrachina que volvía en el bus a reposar su etílica figura. ¡Vivo contraste! En Segundo y Tercero, a gusto del consumidor, asignaturas optativas y en general un viernes poco comprometido. En Cuarto... Ejem. No se quién estructuró el viernes. Quizá sería filólogo, en todo caso no ingeniero. ¿Dos horas seguidas de Gramática y, después, aquella asignatura en la que la falta de masificación me resulta más revulsiva? Ohú... Al menos los cursos sí los estructuraron bien. Si el presente, en vez de llamarse Cuarto se llamara Primero, posiblemente habría dejado a mucha gente en la cuneta, tal vez empezando por mí.
Claro que uno siempre puede entretenerse con la campaña electoral. El lunes realicé un comentario pragmático sobre un folleto del candidato del PP, un señor que todavía no ha tenido tiempo de meter la pata y que, para comenzar con buen pie, afirma en dicha propaganda que los leoneses somos gente abierta, inquieta, genuina y auténtica. El significado de los dos últimos adjetivos no lo entiendo demasiado bien. También dijo que pretendía que esta fuese una ciudad divertida, aunque el concepto de diversión no sea igual, como es obvio, para todos los ciudadanos. Hoy mismo hay un concierto gratuito, y van y protestan porque dicen que es propaganda electoral. Pero, ¿en qué quedamos? ¿No querían que esta ciudad tuviera sus ocios? A ver si hay que limitarse a los dos santos, Juan y Froilán...
Si el caché de los artistas es muy alto, igual hay que pensar en entretenimientos más baratos. ¿Un botellódromo? Eso nunca falla aunque, a falta de espacios habilitados, siempre tendremos el Genarín. Yo veo como idea menos descabellada el follódromo que proponía Carmen de Mairena en su campaña. El problema es que tendría que ser un follódromo muy discreto, porque en esta ciudad la discreción en algunas personas pasa de ser una precaución a convertirse en una paranoia teñida de aroma provinciano. Pero, en fin, algún uso se le podría sacar a tanto piso vacío, ¿no?
Yo hoy, ni conciertos ni mítines. Me he vuelto más de sábados. El viernes me conformo con deglutir algunas de las mayores sandeces que estos ojos hayan visto o que estos oídos hayan escuchado a lo largo de este curso al que por fortuna solo le quedan veinte días (¡contados! Y quizá alguna hora que le descuente).

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