sábado, mayo 14, 2011

La insoportable levedad del blog.

Ya advertí de que en este fin de curso no vendría mucho por aquí (ni siquiera ahora debería haber venido, lo he hecho en vez de seguir con la Sodoma y Gomorra de Proust); por ello, no me enteré del fallo que hubo en Blogger el otro día. Tocaré madera para que no haya otro así y estas líneas puedan llegar hasta la red.
Desde los inicios de este blog siempre tuve cierto temor a que en cualquier momento esto se colapsaría y los cientos de entradas que he ido recopilando se esfumarían salvo algunas que he almacenado en el ordenador (y todas las entregas de la novela y los poemas, desde luego). Eso sería lamentable porque, a fin de cuentas, esto ya es parte de mi vida, de mi vida reciente desde que decidí iniciarlo en otoño del 2006, en otra ciudad y con otra ocupación. No todas las entradas han supuesto demasiado esfuerzo literario (como esta) pero a todas les guardo cierto cariño, por no hablar de los seguidores, las réplicas, contrarréplicas, etc.
¡Es el problema del formato! Tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Yo guardo cuadernos cotrosos de hace veinte años, por todas partes. Si hubiera un incendio o catástrofe similar, se perderían sin remedio. En cambio, si prendo fuego a mi portátil este blog no correrá peligro. Solo depende de factores externos que yo no entiendo demasiado bien, pues de informática siempre estuve un poco pez (por desgracia, ya me gustaría haber acabado de millonario como los protagonistas de La red social).
Bueno. Esperemos que no haya más accidentes. Yo regresaré en cuanto pueda. Quizá mañana mismo, si considero que no me he tocado mucho las narices...

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