lunes, mayo 02, 2011

De regentas.

Si no puedo hacer más largo, o más interesante, este primer post del mes, echadle la culpa a esa magna obra de nuestra literatura, llamada La Regenta. Es la segunda vez que la leo pero, a diferencia de la primera, esta es fruto de la obligación y debo completar su lectura aprisa y corriendo, por lo que en algunos pasajes farragosos se me hace detestable. Solo por esas circunstancias, conste, lo cierto es que tanto en una como en otra vez me he podido declarar devoto de esta novela, llena de grandes creaciones como esa expresión, rubia lúbrica, que espero poder aplicar a alguna persona sin que se sienta ofendida.
Este mes es cansino, porque no tiene ninguna fiesta y porque es mes de elecciones. Cuando se trata de elecciones generales, en marzo ya las hemos ventilado. No obstante, también hay aspectos positivos: es el último mes y no me han llamado para formar parte de ninguna mesa electoral. ¡Qué suerte! Cuando tuve que ser presidente de una de estas, me di cuenta de un par de cosas: que no tengo conciencia de barrio y que ese dicho de que en León nos conocemos todos no es más que una hipérbole. Se cumplirá, si acaso, en aquellos con tendencia a meter las narices en todo, como ciertos habitantes de la Vetusta de Clarín, que se basó en Oviedo y en la que he encontrado no pocos puntos de similitud con esta ciudad en la que habito, aunque quizá en las próximas elecciones ya no lo haga.
Cuando llegue el día sabré si quiero ir a votar, pero me cansa, solo hay dos grandes partidos y cada vez son más parecidos. Ya se acabó el tiempo de votar a los menos malos para que no salieran los otros. Además, ya veo el colegio de monjas cada vez que me asomo a la ventana, ¿es que también voy a tener que ir allí a votar, ja, ja? ¿Para qué? Poco hay que ver. Gente votando, luciéndose y haciendo corros, dando soluciones para la ciudad y preguntándose que por qué los jóvenes se van de esta moderna Vetusta, aunque algunos regresen por razones pragmáticas como es mi propio caso.
De todas maneras, lo de las elecciones me preocupa muy poco, no es algo que vaya a solucionarme la vida, en comparación con el trabajo diario. Me vuelvo con mi regenta, y regresaré cuando el ladrillo esté concluido, o a punto de concluir.

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