jueves, septiembre 15, 2011

Red State.



God hate fags. Es posible que hayáis visto este lema en la televisión o en alguna película como la que nos ocupa. Ciertamente, parece incurrir en una contradicción. Si Dios odia a los homosexuales, ¿entonces por qué no dotó al género humano de una única orientación? No se si el pastor que protagoniza esta historia podría responderme en uno de sus delirantes sermones. Con todo, este es el punto de partida de Red State: un funeral por un joven gay asesinado, y al lado manifestantes de una extraña comunidad religiosa con carteles que señalan a la penetración anal como la vía más rápida para ir al infierno. ¡Por Libia!
Esta película es sorprendente en varios sentidos. Para empezar, es de Kevin Smith, que ha tocado muchos palos y se ha estrellado en unos cuantos. El comienzo es muy suyo: tres adolescentes acuden a la llamada del sexo fácil a través de internet con una mujer mayor que ellos. Vista en versión original, os aseguro que el fuckómetro (el medidor de la palabra fuck) está cerca de explotar por sobrepasar los límites. Sí, tiene detalles de humor que se podrían decir a lo Kevin Smith, como ese sheriff que hace cruising de incógnito (o al menos eso le gustaría a él). Pero, si al principio pudiera parecer una comedia, ¿en qué se convierte luego? Por momentos, en una especie de thriller con retazos de terror. Ya sabéis, los jóvenes encerrados que intentar escapar de un grupo de pirados. 
No obstante, hacia mitad de la película se produce un cambio, la historia se convierte en un asedio, con ciertos ecos del salvaje oeste, y termina como una metáfora de Estados Unidos tras el 11-S, y cómo para acabar con un grupo de terroristas (que no merecen mi compasión, desde luego) unos burócratas no dudan en dar órdenes de disparar a todo lo que se mueva, aunque sean niños pequeños. Al final, todo un caos en el que solo se salva la dignidad del personaje de John Goodman y que, curiosamente, concluye a través de una graciosa casualidad. 
Pues nada, si os animáis descubriréis a un director que se reinventa, una película que no es la típica de horror adolescente sino que toca las pelotas, y cómo la posibilidad de tener sexo gratis y fácil puede esconder una contrapartida chunga. ¿Y por qué se llama Red State? Bueno, supongo que si os metéis en internet podáis resolver fácilmente ese punto... 

1 comentario:

Hopewell dijo...

A mi me pareció brutal...