miércoles, febrero 29, 2012

Simpatía por el demonio.

No debería estar escribiendo esto, y el mes que viene no esperéis muchos escritos, sin embargo es que no puedo dejar de darle vueltas al argumento de la película Mientras duermes, la cual mereció más suerte en los Goya, pero no respecto al guión, desde luego. Cada vez me parece que hace aguas por más partes. ¿Y por qué? Bueno, la principal razón yo pienso que es su simpatía por el protagonista, por el villano que se hace amo de la función frente a sus víctimas, que son tan planas y tan tontas que poca compasión despiertan. Se nota que querían que el malvado saliera indemne por cualquier precio, por increíble que pareciera. 
Y no es que sea una mala película, pero no un thriller realista, desde luego,de eso tiene poco. ¿En realidad hay mujeres tan confiadas como la protagonista? Supongo que sí. Una chica guapa, que vive sola porque su novio está fuera, empieza a recibir mensajes y cartas anónimas de tono obsceno, cuando no amenazador. ¿Qué hace? ¿Se cambia de piso? No. ¿Pone una alarma o algo similar? Tampoco. Cabe pensar, al menos, que echará la llave a la puerta por las noches. ¡Increíble pero cierto, no! ¿Y por qué no, porque tiene la cabeza a pájaros? No, porque es necesario para que el relato del guionista avance. Por ello, el personaje de Luis Tosar puede entrar por las noches en su casa, dormirla y violarla. 
¿Y por qué puede entrar? Porque, siendo el portero, tiene las llaves de todas las casas del bloque, cosa que yo no he visto jamás y, si la viera, me cuidaría de vigilar cómo fuera dicho portero. En la película, un viejo argentino con bastón empieza a sospechar de él, tarde y mal. La policía tampoco queda muy bien. En el personaje de la niña cotilla, o yo me equivoco o se confundió la cuenta de Tuenti por la cuenta de Twitter.Y, por muy dormida que estuviera la bella durmiente, me cuesta creer que día tras día no se diera cuenta de que alguien la había forzado durante sus sueños. Menos mal que su novio es un poco más cauto, ja, ja. 
Pero, en fin, reconozco que cuesta hacer una historia de intriga en la que todas las piezas encajen, y yo mismo he cometido faltas de credibilidad en mis escritos. Ahora bien, casi habría que recomendar a Jaume Balagueró que volviese al terreno del terror puro, en el cual se perdona más ese tipo de faltas, donde los asesinos son siempre listos y además, por lo común, inmortales. Como en otras, esta película se beneficia del gran trabajo de Luis Tosar, que confiere tanto carisma a su personaje que, en verdad, sufrimos por él cuando parece que están a punto de pillarle. Un tipo totalmente asocial que solo encuentra consuelo haciendo sufrir a los demás, o escuchando cómo sufren. Suerte que la mayoría de mujeres no suelen ser tan ingenuas como su víctima, de lo contrario esto sería un continuo devenir de porteros violadores e hijos bastardos. 

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