domingo, febrero 12, 2012

De Faraón a Moisés (y II).

He perdido ya la cuenta de todas las veces que he intentado comenzar esta entrada post-viaje a Madrid. Me ha dado un error bx-blablabla que, por otro lado, al menos me ha impulsado a comenzar con el parcial de Historia del Español y dejarme de enredar en estas páginas. 
Hoy que parece que la cosa funciona, tan solo quiero aludir a este mensaje considerado como segunda parte en cuanto a que, si antes de irme a Madrid hablaba de las metamorfosis esporádicas de Gallardón, cuando volvía en el tren me quedé atónito al ver sus palabras, luego matizadas o reconvertidas, en las que hablaba de la constitucionalidad del llamado matrimonio homosexual; es preferible, para mí al menos, llamarlo matrimonio igualitario en tanto que dos hombres o dos mujeres se pueden casar entre sí sin necesidad de ser homosexuales o lesbianas, eso es evidente. 
Gallardón se cansó de ser el malo (o el bueno, según se mire) y volvió a sus veleidades rupturistas y, cabe decir, contradictorias con el recurso que interpuso su partido; no así con su partido de forma unánime, porque tanto en público como en privado cada vez más voces populares parecen darse cuenta de que, si ganaron las elecciones, fue sobre todo por motivos económicos, y no por el miedo a que lo que hagan con su vida dos paisanos o dos paisanas vaya a terminar con la institución familiar; no está acabada, solo diversificada, lo cual solo es signo de los tiempos. No es fácil saber con qué persona compartir tu vida, al menos yo a día de hoy no  lo tengo claro, pero no veo que eso tenga que preocupar a unos ni a otros. La búsqueda de la felicidad debiera estar por encima de estos tejemanejes políticos. 
En fin, al vigésimo intento doy por concluido este mensaje pues todavía queda rato de estudio, y, además, espero volver pronto para colgar fotos y comentaros las anécdotas más destacadas del viaje, confío que tendré ratos muertos para ello, al menos en este cuatrimestre final habrá menos horas de clase. 

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