domingo, octubre 26, 2014

La gran belleza / Knock, knock, knocking on Heaven´s door.



Tengo reciente el visionado de La gran belleza, el filme italiano que barrió sin piedad a La vida de Adele en unos cuantos galardones. No estoy seguro de que sea mejor, pero la verdad es que me impactó y me dejó mal cuerpo (también pudo ser por un conato de catarro) la trayectoria decadente y banal del protagonista, incapaz de proseguir su carrera literaria ante una vida que encadena fiestas, algunas de carácter risiblemente hortera, y otras de pretendido carácter artístico pero horteras de todos modos. Esas mezclas de performances y strip-teases me han traído a la mente mi propia fiesta de ayer, la de mi cumpleaños (que cayó en lunes tal y como dije aquí). Visita a sitios clásicos, como el Zoe, donde están tomadas las fotos, y también a alguna nueva incorporación con sus propias dosis de decadencia: strippers masculinos, hombres objeto, que también los hay (como tal vez podamos comentar en la asignatura de máster que ya ha comenzado), para disfrute de hombres y mujeres, reptando por una plataforma mientras su culo se abre casi en un gesto tridimensional. Bueno, igual la imagen no es muy agradable, pero es que la tengo reciente. Solo nos faltó que pusieran también, como en el filme, eso de ¡Mueve la colita, mamita rica! Cola entendida como culo, claro está, en la acepción del otro lado del charco. 



¿Que es para mí la gran belleza? Un dulce despertar, esa podría ser una de las respuestas. He tenido la suerte de disfrutar de una de las mejores celebraciones de cumpleaños de los últimos tiempos. Esas fotos enrojecidas, que parecen más de Halloween o para enviarlas a Cuarto Milenio a que busquen algo extraño en ellas, las hicimos en el Zoe, mientras sonaba Knock, knock, knocking on Heaven´s door (o como se escriba). Si bien no volvimos muy tarde, hoy me siento tan magullado que no debería estar escribiendo. Lo haré porque tengo más frescas las sensaciones ahora. Y porque no quiero que las francachelas disuelvan mi vocación literaria, como al Jep de la película. Aprovechemos ahora que la tormenta de la tesis aún está un poco lejos. Mucho podría contar de mi viaje a Oviedo el jueves, pero me temo que tendrá que ser en otra ocasión, y probablemente refiriéndome a otro viaje, cuando no al inicio de mi estancia allí. De momento, hoy toca reponerse y abjurar del gin-tonic por muy moderno que sea. Si acaso, gin-limón o gin-naranja, algo que no me recuerde a algún vomitivo remedio contra la gripe. 

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