martes, junio 21, 2016

Rainbows.


La semana pasada trajo numerosos arco-iris, tras la masacre de Orlando que ya comenté y, asimismo, como fenómeno natural, producto del lluvioso tiempo antes del verano, que comienza hoy. Para muestra, esta bella imagen que pude compartir con mi compi de piso, en nuestros últimos días de convivencia, desde el balcón de nuestra casa. Un memorial climatológico. No sería el único, al día siguiente descubrí otros arco-iris de carácter más artificial, como en mi primera excursión a Avilés, con motivo (aparte de visitar la ciudad) de asistir a una conferencia de mi directora de tesis en el contexto de un festival LGTB+ que ya me gustaría ver en una urbe más extensa como León. 



El festival se celebra esta semana en el marco del Centro Niemeyer, al que se accede por este puente estilo arco-iris sobre la ría de Avilés. Este complejo cultural, que no había visto hasta entonces y por desgracia no coincidí en la performance de Amanda Coogan, se yergue como un escenario posapocalíptico en ese entorno industrial con inmensas grúas y llamas ondeantes en el horizonte. Tuve la extraordinaria suerte, como se puede comprobar en las fotos, de que mi visita tuviera lugar antes de que esas nubes descargaran en todo su esplendor, y debiera refugiarme en los soportales de la plaza mayor. 


Como siempre o casi siempre me suele suceder, puede que me tirase una hora dando patadas buscando un sitio para comer (conté veinte mil pasos en la jornada, pero no pude superar el récord de París). Buscaba algo tan simple como un chino/bufé/wok, ya que la noche anterior había visto una peli sobre chinos gays en Londres que, por cierto, cumplía todos y cada uno de los tópicos asociados a la homosexualidad pero que también poseía un interesante discurso sobre la sexualidad como bufé oriental, que no desentona con mi personalidad. Por supuesto, basta buscar algo tan simple como un chino para no encontrarlo, por lo que tiré a apuesta ganada de antemano: La Competencia. Ya he visitado las franquicias de Gijón, Avilés y, acabáramos, Oviedo. Es posible que regrese pronto a tierras avilesinas, porque julio es un mes megafreak en Asturias. Primero, festival Metropoli hasta el 3 de julio en Gijón, y luego el Celsius en Avilés, al que en alguna edición acudió el amigo Víctor (por no hablar de la Semana Negra entre medias).Debo aprovechar, tal vez sea mi último verano en territorio astur. De momento, las fiestas en León, durante las cuales parece ser que la bandera arco-iris, de hecho, volverá al Ayuntamiento, si bien en mástil portátil. Cualquier avance, por tímido que sea, bienvenido, aunque yo ya no haya estado involucrado en su consecución. 

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