domingo, junio 10, 2018

La levedad del cambio.

En una semana no solo hemos cambiado de mes, también de gobierno. Y ha sido veloz, inesperado. Casi sin hacerse notar, leve. Al menos para mí, vaya. También ha faltado el elemento simbólico de las elecciones. Todavía recuerdo ese 20-N del 2011, esa lluviosa jornada electoral del otoño en la que se alumbró la era que, abruptamente, acaba de terminar. Y cómo olvidar aquella otra tarde de otoño del 2016, cerca ya de los espectros de Halloween, yo tomando una birra en el salón del piso de Palmira Villa para así compensar el hecho de que los espectros no se fueran todavía. Francamente, la llegada de ZP en el 2004 me hizo bastante más ilusión, lo cual es lógico porque yo fui presidente de mesa aquel día y viví el cambio en directo. Desde luego que este último relevo ha sido positivo, sobre todo en comparación con lo que había antes.  
La incertidumbre política es de vértigo y, aunque me interesa y la sigo en medios físicos y virtuales, permanezco más pendiente de mi propia incertidumbre. El viaje a Oviedo, más que para un mero trámite de cinco minutos, confío en que sirva para disipar un poco esa sensación. ¿Los cambios gubernamentales podrán tener su equivalente en el surgimiento de una nueva, y más ilusionante etapa, a todos los niveles? Habrá que confiar, y trabajar, para que así sea. 

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