domingo, diciembre 09, 2018

Por los suelos.



El título no se refiere a mi estado de ánimo, ni al hecho de que volviera a casa a las cinco de la mañana... Tendré que explicar el contexto, más adelante, por ahora respetaré el orden cronológico de las primeras jornadas de Humanidades Médicas en Oviedo. Todo fue bien, y eso que eran las primeras, la verdad es que terminé entusiasmado, tanto como mi participación como ponente como con el hecho de haber formado parte de la organización, desde el principio. No asistí en su totalidad, pero casi. El jueves por la tarde fui de público al segundo panel y luego me tocó ser vendedor de libros y guardián de los caudales. Vendí solo un par pero esos diez minutos fueron una mejor experiencia que mis varios meses en la librería del Corte... Luego, un par de cañas y al hotel a preparar mi gran momento del viernes. Lo llevaba todo muy medido, sí, al igual que el de León, y salió bien. Le gustó a mi directora, buena señal, y supongo que también a parte del público, salvo algún frikazo tradicional de estos eventos, que no tenía mucha idea de lo que se estaba hablando. 


Tras la pausa del café y del té, llegó la parte de performance, incluyendo un taller al que yo, en un principio, no me había apuntado; tenía previsto haber vuelto al gimnasio de allí, finalmente me apunté y no me arrepiento, aparte de que, en sí, tuvo mucho de ejercicio físico. Fueron las primeras jornadas académicas en las que, no solo me he acabado poniendo el chándal, sino también rodando por el suelo, de ahí el título que encabeza la entrada. Fue genial, un complemento perfecto al academicismo de un simposio así, además de encajar con el espíritu de las humanidades médicas por ponernos en la piel de quienes tienen capacidades diferentes. Gracias a la energía que quemé allí en el salón de actos, fui capaz de meterme un menú asturiano después, con pote y pitu caleya, si es que se escribe así. 


Tras recoger la sala de juntas y mantener una breve conversación-tutoría con Luz Mar, estuve a punto de quedarme tirado en la cama pero salí a tomar un par de tapas y, como apuntaba por aquí, a brindar con Juanjo en el Ópera por el próximo año, degustando un Madame Butterfly. No hace falta subrayar el carácter crucial del año próximo, y lo justificado que está el brindis. Veo necesario mantener la cabeza serena para evitar errores estúpidos como el que comenté, el de no poder enviar el artículo a la revista, cuando lo cierto es que ni siquiera me había hecho un perfil en la misma, y por fortuna ya he arreglado ese pequeño lapsus. Existen motivos para ser optimista, no obstante, con otra reseña aceptada, con la corrección de otro artículo antes de Navidad que tiene mucho potencial, y con la oportunidad de oro de convertir la ponencia de León en artículo de libro para febrero. Si con todo esto no se puede defender la tesis, apaga y vámonos. Ahora que está de moda hablar de la reconquista, con esas cabalgadas que parecen más bien de orcos, puedo afirmar que en mes y medio he logrado de un modo u otro seis certificados más para la saca. Reconquistemos, pues. 

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