viernes, marzo 11, 2011

Escenas matritenses (I).


Siendo una visita muy positiva, al comienzo me encontré con una desagradable sorpresa, y es que mis dos metrobuses habían caducado tan solo unos días antes... Es por ello que tuve que apoquinar la asombrosa cifra de 9,30, casi a euro el viaje. No menos alucinante es que, como supongo que habréis escuchado, el consejero de Transportes de esa comunidad haya negado la existencia de ese abono, que llevo comprando desde que no costaba más allá de cuatro o cinco euros. Bueno, a partir de ahora habrá que evitar viajes innecesarios, asunto bastante arduo si lo que se quiere es aprovechar el tiempo.
Esa ha sido mi estrategia, pasar pocos pero provechosos días en la capital. Desde el sábado por la noche, el único momento en el que se sintió la fiesta carnavalera con sus disfraces, también agobios, y acabé pillando el primer metro de las seis para darme en retirada. Ciertas noches cambian poco a lo largo de los años, y esa me resultó bastante similar a alguna de mi etapa pre-Filología en León, respecto a la discoteca, la compañía, el ambiente... Digamos que con todo lo ventajoso y también lo viciado que tiene Madrid.
Seguiré comentando mis experiencias, de momento os dejo con un poco de cultura. Y no es que vaya a hablar de la nueva entrega de Torrente, sino que he colgado una foto del Instituto Cervantes, su sede central, puesto que, más allá de ser ruta turística, para mí es un posible puesto de trabajo futuro, aunque no tanto en Madrid como en cualquier otro punto del globo. Si licenciados con notas bajas han podido ir hasta Japón, digo yo que surgirá un amplio abanico donde elegir (y que no me pille un terremoto, si tengo esa suerte).

No hay comentarios: