martes, diciembre 30, 2014

Alcanzar el cielo.



Hace dos años me encontraba a punto de encarar la última jornada del 2012, que había sido especialmente productivo y movidito, llegando a un 31 de diciembre en el que alcanzaría el cielo, o al menos un adelanto de la parcela que me estaba esperando. Suena a hipérbole, es cierto, pero así me sentía. Como aquellos que se envuelven en una nube tóxica y parecen flotar, mi felicidad en aquella Nochevieja (que fue tan multitudinaria como una Nochebuena) me hacía levitar de una manera cercana a la estupidez. Quien llega hasta el cielo también debe saber caer hasta el infierno, y algo parecido me sucedió la Nochevieja pasada. En realidad, no fue tan malo, pero no fue la mejor manera de disolver el recuerdo de lo que me había sucedido en el 12. Mejor disolvente es el champán (o el cava). Si es que mañana no tengo otro a mano... 

El cielo de León, tocado de cerca en la terraza del Conde Luna, nos sirvió de escenario para brindar el día de Navidad. Encuentro familiar y literario, con la intervención estelar de una gran figura de la literatura leonesa contemporánea, Martín (aunque habrá quien siga opinando que el cómic no es literatura en sí). El encuentro fue organizado por mi hermano Paco y, para que se vea la relevancia del ilustre invitado, recordaré (desconozco ahora mismo si ya lo mencioné en el blog) que él ilustró el catálogo de la exposición sobre el pop del museo Thyseen, que estuve visitando con Oli el pasado julio. Por supuesto, compré el cómic y él no solo me lo dedicó, sino que incluyó un dibujo original de su personaje, Bitch, que guardaré como oro en paño junto a otros libros dedicados. Y es que, ¡qué suerte tuve la semana pasada! Al de Martín debo sumarle un libro cuya existencia desconocía y, por ello, la alegría de recibirlo ha sido mayor. Me refiero al primer volumen de poesía de mi hermano Pedro. Me está gustando mucho y, a juego con ese cómic de los Borbones que también me regaló y con el que me he partido de risa estos días, afirmo que me llena de orgullo y satisfacción. ¡Larga vida a las letras leonesas, ya sean en cómic, poesía o novela, como la que he dejado a la mitad y continuaré, si el gobernador de Libia lo permite, el año que viene!


Si hay una pérdida que de verdad voy a notar mañana va a ser la de mi amigo Robson, porque, a diferencia de otras personas que han desaparecido voluntariamente, él se ha ido por motivos académicos (los mismos por los que vino) y sería impreciso aventurar una fecha de regreso. Con él bien podría brindar en el lugar que me ha dado suerte en este 2014. Es posible que brinde de todas maneras, aunque sea yo solo. En la lista de propósitos del nuevo año, por ahora solo uno: limpiar mi carpeta de Archivos Bajados, me ha costado huevo y medio encontrar las fotos que quería colgar. Por suerte, Paco, además de hacer posible el cónclave cultural, me ha traído otro portátil que aliviará un poco la carga de este. Pronto serás un portátil emérito, querido, ya se sabe que este es año de abdicaciones. ¡Brindo por su generosidad, y porque tengáis un excelente año nuevo! 


No hay comentarios: