sábado, febrero 14, 2015

El cuerpo y el gozo.


Yo ya no puedo criticar el día de hoy porque, la última vez que pude celebrarlo, lo hice a lo grande, pardiez. En primer lugar, porque recibí un regalo no se si merecido, una cornucopia que a día de hoy, cuando acabo de apuntarme a un gimnasio, constituiría todo un atentado contra la tonificación y la línea. Además, si el tema ya no solo es el amor (concepto con múltiples interpretaciones), sino la pasión, la pasión pura y casi animal, entonces mejor será la pasión cuando surge de un impulso imprevisto y apresurado. Surgió aquel día, cierto. No tan apresurado hubiera sido de haber tenido, como a día de hoy, un nido de amor; no obstante, su gracia también se fundaba en eso, ¿no? Sin necesidad de fustas, cuerdas ni demás utillaje de la sección de ferretería. Si hay que dar azotes, se dan con la mano. 
Hablando de libros comerciales, ayer pasé por mi antiguo centro de trabajo, la librería del Corte Inglés (el de Salesas, en este caso). Me vino un comercial a explicarme cómo va eso de la tarjeta, desconocedor total de que yo ya había poseído una en mi día, con la que comprar sándwiches de langostinos y demás. No, señor mío, no tengo beca, aunque la merezca. Lo cierto es que la librería del Corte Inglés jugó un papel central durante la génesis de este blog y, ahora en San Valentín, a muchos, hayamos trabajado allí o no, nos ha sorprendido un corto promocional relacionado con dicha festividad. Uno de una serie de cinco, pero ha sido el que más ruido ha armado porque cuenta una historia de amor entre dos hombres jóvenes, uno de ellos hace de un Cupido barbudo, nada que ver con la imagen tradicional del Eros como niño desnudo y sonrosado. 
¡Justicia poética! ¿Qué opinarían los elementos más reaccionarios de la librería de Pozuelo, con sus colegios segregadores (por motivos científicos, claro)? Como sea que el corto solo puede verse por internet, imagino que no habrá llegado a todo el mundo, pese a que incluso apareció en la prensa escrita. Más allá de la posible apertura, es algo lógico. ¿Por qué renunciar a una parte del mercado que, en algunos casos, tiene un considerable poder adquisitivo? Ya se sabe, el mercado rosa, como suelen criticar los activistas más contrarios a todo este proceso consumista. Mejor será que estos no salgan a la calle hoy, porque será por consumismo... También otros han criticado la hipocresía del centro, que ha vendido (y no se si sigue vendiendo) libros con el título de Cómo curar la homosexualidad, que ya reseñé en este blog hace tiempo. Desde mi privilegiada posición de vendedor allí, pude leer ese libro y, qué deciros, una obra de humor que no tiene nada que envidiar a 8 apellidos vascos. Lo malo es si alguien se lo toma en serio... 
Aquel 14 de febrero, por mi parte, me limité a regalar un libro de mi colección, dedicado, El amante de Lady Chatterley. No lo hice por ahorrar dinero, ni por hacer hueco en la estantería. Ahora bien, no se si la persona destinataria se lo ha leído aún. Como sea que no me ha retirado la palabra, siempre cabrá preguntárselo. Por mi parte, hoy seguiré leyendo una gran historia de amor (sin distinción de sexos, como acabo de escuchar en la radio), Su cuerpo era su gozo, de Beatriz Gimeno. 

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