domingo, noviembre 22, 2015

Ma petite rebelión tecnológica.

Intentar escribir estas líneas cuando: a) Al fin hace un tiempo verdaderamente otoñal y, por ende, también ha regresado el catarro otoñal; y b) Tengo como ambientación sonora la matraca constante en que se ha convertido el rugir de motores de este ordenador; por tanto, todo ello conforma un conjunto poco inspirador. Leyendo ayer a Epicuro y Montaigne podía extraer la máxima de que el dinero, en exceso, puede convertirse en ocupación tan esclava y situación tan desasosegante como la penuria; no obstante, una cosa es no vivir para el consumo, y otra alargar artificialmente la vida de unos cacharros que han sido diseñados según los principios de la obsolescencia programada. A este portátil le puedo perdonar que vaya lento, pero no el ruido. Y suerte que este mes ha sido prácticamente vacacional en lo que se refiere al doctorado. Tan solo la música de mi reproductor, si bien no a demasiado volumen, ha sido capaz de acallar ese zumbido agonizante. Tengo dos ordenadores y ninguno funciona apropiadamente. Se sortea un formateo. Puede que dos. Una última operación de urgencia antes de optar por adquirir otro en las rebajas, que tampoco es que fuera a salir muy caro y, desde luego, se amortizaría sobradamente para el final de este curso. 
Otorguemos una calurosa despedida, por otro lado, al móvil de cuarta mano (ya que no de cuarta generación), caracterizado por atorarse de buenas a primeras y que será sustituido, seguramente, en las próximas fiestas. Por lo que respecta al calcetín que lo recubre, se encuentra en pleno proceso de desintegración, tras las numerosas veces en que he creído perderlo pero finalmente aparecía con una fidelidad digna de encomio. Es dura y corta la existencia de estas pequeñas almas de chip, pero en el caso presente ha resultado mucho más fructífera que la de otros aparatos apartados por el dictado de las modas, cuando aún albergan mucha vida en su interior. Se han ganado una merecido jubilación, y ya se rebelan porque yo todavía no se la concedo. Buen servicio, camarades. No sobreviviréis al 2015. Al menos, no demasiado. 

No hay comentarios: