jueves, noviembre 05, 2015

Merde.

Ayer vi una película tan infecta que ni siquiera quiero poner su cartel aquí. Lo peor de todo es que ya tenía malas expectativas, que quedaron superadas. Es la segunda vez en el año que me sucede, tras Pixels, a la que tenía por película de aventuras de los años ochenta pero resulta que no era otra cosa que una comedia de Adam Sandler, con los chistes asociados a esta clase. En el caso de Knock, knock, de Eli Roth, es que ni siquiera es una peli de terror o un thriller, es otra comedia, involuntaria. Hitchcock se estará muriendo otra vez, pero de carcajadas. Roth siempre ostenta el leit-motiv de la desconfianza, de la Otredad. Desconfianza hacia Europa del Este, o directamente xenofobia (Hostel), desconfianza hacia las mujeres, desconfianza a abrir la puerta o a ayudar a los extraños (en el presente caso). Y eso que no he visto Green Inferno, donde por lo visto los malos son los pobres indígenas de la Amazonia, esquilmados por el considerado Primer Mundo. 
Esta película es mala de dolor. Guión ridículo, deficientes actuaciones, sensación de absurdo y escasa originalidad. Si no fuera por ese carcajeante final, podríamos hablar de un remake de Atracción fatal. Pero no es remake, ni siquiera parodia. Pretende que nos la creamos, y ahí está el problema. Cómo me voy yo a creer que Keanu Reeves, tras películas como Speed o Matrix, se va a dejar vencer como una ursulina por dos chavalas con buen cuerpo, bien lo enseñan, pero que no son precisamente heroínas de acción. Cómo me voy a creer que parte del suspense radique en la posibilidad de que sean menores de edad, cuando es más claro que el agua que no lo son. ¿Y qué clase de psicópatas, porque lo son, cuelgan un vídeo en una red social enseñando su rostro? Esto no tiene pies ni cabeza. Lo más irritante, en suma, es que tras hora y media de utilizar todos los tópicos machistas asociados a las mujeres (zorras, locas, mentirosas, etc.), al final parece que quieren introducir un mensaje feminista. La culpa es del tío, por infiel. Eso entronca con el espíritu reaccionario de los años ochenta, pero es que es mentira. Infiel, después de un episodio de acoso sexual, casi violación. Más le hubiera valido al director y a sus guionistas ahorrarse la lección. Ya en Hostel 2 se incluyó una castración, cual si fuera una plasmación gráfica del Manifesto SCUM. Otro toque gore, más bien. Aquí, como en otros filmes del autor, las mujeres son el cebo para el crimen, y los hombres las siguen hacia el matadero o, si se resisten, las violan, como en Aftershock, la anterior y muy desagradable película de los mismos creadores. Pues eso, una auténtica merde
Si alguien quiere ver una buena parodia del cine de terror de los años ochenta, que vea The final girls, un divertido ejercicio metanarrativo sobre Viernes 13. Eso sí, sin los desnudos de las cintas de los años ochenta, por eso de obtener una calificación moral más benévola. 

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