domingo, julio 17, 2016

Penitencia.

Se acabó. Una vez termina la temporada de Juego de Tronos, se supera (positivamente, por suerte) el comité de seguimiento del doctorado y termina la temporada, esta noche, de Cuarto Milenio, puede decirse que el curso está finiquitado. ¿Hace falta algo más? Oh, sí, desde luego: alguna que otra ola de calor, sin que este año vaya a sufrir la que me tocaría sin remedio en el piso de Madrid. Incluso en Gijón le pegaba, aparte de la pátina de polvillo de la Semana Negra, ya una tradición el que se cuele por la garganta para resecarla más todavía. 
Me cuesta venir a León cuando en Oviedo ha llegado a haber clima otoñal, pero aquí estoy. El comité de seguimiento, repito, muy bien. Para adelante y, una vez más, si no hay cataclismos se podrá terminar a tiempo. Bien está lo que bien acaba. Ahora toca tomar nuevo impulso, pese a que la temperatura no ayude. Ayer por la tarde salí tan solo a dar una vuelta, antes de pensarlo mejor y recluirme en casa. En todo caso, nos quejamos de vicio, siempre hay gente mucho más estoica en estos terrenos. Me crucé con una figura prototípica de la calle Ancha, un cura de aspecto preconciliar, al menos en la vestimenta; con la solana de más de treinta grados, el pío varón iba con la sotana calada hasta los huesos, de cuello a suelo, casi una sombra andante aunque bien le hubiera venido una sombra en sí. Si bien, desde luego, sí que tenía gafas de sol, la penitencia no llega a tanto. Me pregunto qué pensaría de la exhibición de carne a su alrededor, de tantos muslos más blancos que los míos, de los cachetes y la tan estigmatizada celulitis, mostrada sin complejo. Embutido en ese uniforme, en esa barrera contra las tentaciones del mundo, al menos escapaba a la media general de bastantes hombres alrededor, para los que el verano siempre es excusa para ser hortera. Yo no, desde luego. Prefiero sufrir un poco, aunque no como religioso, si acaso como esteta, y tapar lo que me gusta enseñar en privado. Esta tarde supongo que habrá que seguir practicando esta suerte de filosofía ornamental.

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