jueves, octubre 05, 2017

XI Aniversario del Blog.



Ya es el undécimo año y, solo por eso, merece la pena detenerse unas líneas. Hablaba en el décimo aniversario de El oficio de vivir, libro que he retomado hoy. Pesimismo y misoginia de Pavese que armonizaban bastante bien con el espíritu del pasado año, sí, a pesar de que también hubo lugar para momentos inolvidables para bien. Ahora, ya estoy de nuevo en León. No llegué a alejarme mucho, pero tampoco es que haya ninguna fuerza concéntrica que me impida abandonar este territorio. Ayer lo hablábamos, víspera de San Froilán, tomando una caña en la Céltica y, precisamente, si mencionamos a los celtas, quizá por ahí vaya la pista de una de las posibles salidas profesionales. Por supuesto, eso también lo dijimos, que viajar no te cambia si tú no estás dispuesto a hacerlo. En Oviedo, distancia corta pero estancia larga, lo pude comprobar. Ni ayudaron las circunstancias, ni me ayudé yo mismo. Aunque, como ya he expresado otras veces, quizá lo mejor allí todavía esté por llegar. 
Lo que está fuera de toda duda es que el cambio me ha sentado bien. Echo de menos, era previsible, mi pisito de Palmira Villa con su vista del Naranco, pero la calidad de vida sigue inclinando la balanza hacia esta vieja habitación. Los afectos me arropan más por estos lares. Hay años fastos y años ne-fastos. Si el anterior, como parece, estuviera en este último grupo, entonces doy por justificado el retraso en la tesis. No tan grave, por otro lado. Dije tres, pero cuatro e incluso el quinto de gracia lo daría por bueno si eso sirviera para hacer un trabajo de calidad, y no algo mediocre. Hoy mismo, después de terminar este texto de escritura, ejem, creativa, tengo previsto rematar un artículo que enviaré a la revista Arenal, especializada en la historia de las mujeres. Si no les mola, pues habrá otros lugares y otros artículos. Lo que más detesto de este programa es la incertidumbre de tener que depender de criterios ajenos y subjetivos para obtener el título. Eso nunca sucedió en la carrera o el máster. Es ley de vida para un investigador y, si pretendo seguir siéndolo en el caso de obtener el doctorado, más me vale acostumbrarme. Y, si hoy fuera un día de verdadera suerte, quién sabe si Jeanette Winterson podría dar la campanada y llevarse el Nobel, eso daría bastante más lustre a mi tesis... Y eso que he descubierto que una compi del programa me ha copiado y lo está haciendo también sobre ella. Pues habrá que ponerse en contacto, pardiez. Termino aquí. No pronosticaré lo que pueda suceder de un año a esta parte, dado que para este ya me imaginaba en una situación diferente a la actual. Seguiré informando desde aquí mientras me lo pueda permitir, aunque sea más espaciadamente como ha sucedido en los últimos meses. Por costumbre, sigamos solicitando el amparo del Gobernador de Libia.
 

No hay comentarios: