Pozí. Hemos llegado a la parte central de esta santa semana, para alcanzar una especie de nirvana en el cual resguardarnos de todas las preocupaciones diarias que nos asaltarán dentro de pocos días. No importa que ya tengamos una cierta edad ni que algunos ya tengan un puesto importante, el Genaro a todos une, faltaría plus.
Mientras pasan estos dos o tres días locos, la maquinaria echa el freno, aunque en ciertos sentidos se mantiene. Como es obvio, la serie Vagos y Maleantes ha bajado mucho en visitas, debido a que la gente prefiere irse a la playa, a la montaña, o sencillamente ir a la calle a ver procesiones o llenar bares. Por no hablar de todos aquellos que accedían a los capítulos como distración en sus trabajos. Ahora bien, avanzamos. Las tarjetas ya están siendo repartidas, mi primo Juancho el abrasador nos está confeccionando una muy necesaria página web, y el último episodio es el que mejores críticas ha recibido.
Del resto, poco más. Aunque no es que sea un yermo cultural, porque he abandonado temporalmente a Capote por descubrir a otro escritor estadounidense también, pero aún vivo y que me está resultando una delicia, Paul Auster. Habrá que dar la razón a aquel compañero del Corte Inglés que no paraba de recomendarlo.
En fin, que me siento satisfecho de reencontrarme con esta fecha tan especial dentro de mi ciudad. Y el Genarín no faltó, jaa, aunque le vimos de lejos.
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