martes, octubre 14, 2008

Contrición.


Estoy leyendo un libro de Stephen King, se llama precisamente Mientras escribo, que es el estado en el que me encuentro yo ahora mismo. Y es un gran libro, no importa lo que digan por ahí, Hopewell y yo sabemos que King es un buen autor. Y esto no es una novela, sino una recopilación de vivencias de su formación como escritor, etc. Dice que, pese a los mitos, ser alcohólico no ayuda a la creación, y él sabe de qué habla. Sin llegar a tanto, yo sí me arrepentí un poco de los excesos del pasado sábado, todo sea cierto que tan solo fue una excepción, y no la norma general. Como el curso aún lleva poco y puedo aprender de mis errores, he hecho acto de contrición confiando en que en lo sucesivo utilice más la Vía del Medio, incluso en esas previsibibles visitas a Casa Benito. Eso sí, cuando de verdad me llegue la foto de la party la colgaré.

El libro también habla de métodos de escritura. Yo creo que voy a iniciar uno la semana que viene. Ayer quise escribir en el blog, pero no estaba de humor. Los martes y miércoles (aunque hoy no) me veo forzado a regresar a la facultad a las cinco, para una clase que no es de mi especial predilección, y que repite casi al dedillo muchos conceptos ya aprendidos en el curso pasado. Si a mí no me gusta ir a clase después de comer no es que porque me eche la siesta o me quede viendo Lalola, sino porque ya en verano me acostumbré a escribir (o repasar lo escrito) a esa hora, y ahora me encuentro en el capítulo final de Los Abrasadores que me gustaría acabar este mes. Como la opción de pirársela solo es posible por causas de fuerza mayor, creo que lo mejor será que coma allí, algo ligerito, y luego me quede a esbozar en los cuadernos cosas para pasar luego a limpio; a saber, pues escaletas de guión, diálogos, poesía o demás. En llegando los exámenes, también me será útil ese rato. Y, pese a que no me gusta mucho trabajar en biblioteca, quizá me vea forzado a tenor de algunos humanoides que andan sueltos por el campus pero no desentonarían en un zoo.

La estupidez es la base de una buena y divertida película que vi anoche para olvidar la Semántica: se llama Idiocracia, y dirige el creador de aquellos monigotes, Beavis and Butt-Head. La trama es que un soldado, no muy listo, es hibernado y despierta dentro de 500 años, donde todo el mundo es gilipollas integral y, por tanto, él un genio. Quizá, en esos tiempos muertos entre clases, desarrolle yo alguna idea parecida. Por ahora, acabaré de una vez con la novela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

enhorabuena por el look, el casting y... felicidaddes adelantadas!
paco

Luis dijo...

jaja, gracias por todo.
Por cierto, ya he empezado a mirar páginas de traducciones para el libro. Una de las próximas entradas del blog la dedicaré a ese tema.
ciao