miércoles, octubre 29, 2008

Libros electrónicos.



Salió en el telediario de anoche, el de Iñaki, una noticia acerca de libros electrónicos: según las inevitables encuestas, dentro de diez años se venderán más ejemplares de este tipo que los de papel de toda la vida (bueno, de toda nuestra vida, porque en el pasado fueron de papiro, piel y otros materiales) Cuesta creerlo, pero quién sabe; mirad lo que le pasó al VHS, del que aún almacenamos decenas de cintas.


A mí me gusta llevar un libro físico como compañero de viaje: cogerlo, ojearlo, tirarlo por ahí cuando ya estás harto. Incluso cuando ya es viejo o desgastado, el color y la textura que va adquiriendo tienen un encanto espacial. En fin, supongo que soy un romántico a ese respecto.


Pero, eso sí, soy consciente de las ventajas que tendría ese sistema. Para empezar, aligerando espacios; y, en las mudanzas como la última que llevamos a cabo, no tendríamos que deslomarnos transportando tochos. También es cierto que así tendrías más variedad de lectura. Al poder almacenar cientos de libros, si te apetece leerte un cuento, o luego una poesía, quizá un capítulo de novela... Todo es posible. Y en vez de los 20 euros de marras, algo más económico y con mayor capacidad de selección.


Lo que pasa es que, romanticismos aparte, yo aún no me acostumbro a leer libros en pantalla. De lo contrario, ya habría hecho lo propio con la novela que me envió Hopewell. Conste que la leeré, de un modo u otro. Ahora bien, para quienes queremos ser escritores (de manera profesional, me refiero) esto puede venirnos muy bien. Fijáos, ahora tengo casi 250 páginas de la nueva versión de Los Abrasadores. Luego tendré que sacar fotocopias si quiero que la gente me de su opinión y esa gente no está acostumbrada a leer en pantalla como me sucede a mí. Por no hablar de si quiero enviarla a alguna editorial... Con los libros virtuales, adiós papel y sobre todo adiós gastos de ese tipo. Por lo tanto, no voy a hacerle ascos no sea que mi futuro dependa de ello...

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