jueves, diciembre 04, 2008

Post de día.


Cuando observé que en la Fotogramas de este mes salía como portada una foto de Crepúsculo, casi no la compro. Pero tuve que hacerlo, ya es larga tradición. Supongo que no debería juzgar algo que no he leído, pero no puedo evitar odiarlo, al fenómeno en conjunto. Por suerte no tengo que sufrirlo ya como vendedor de libros. Quizá sea envidia. No se. Aún en el caso de que Los Abrasadores jamás se publique, al menos tendré el consuelo de que es más original que esa historieta más vista que el tebeo. Y, como ya le dije a Hopewell, a mí no me interesan los vampiros heterosexuales. En fin, hay dos puntos positivos: 1) Como película, es casi imposible que sea peor que las dos adaptaciones literarias de las Navidades 06 y 07: Eragon y La brújula dorada. Desde luego que apunta maneras. Viendo el trailer, si a mí no me dicen que va de vampiros igual pienso en High Scool Musical. Y está dirigida por una directora de cine indie venida a menos (¿o a más?) 2) Si la piel pálida a lo vampiro se pone de moda, yo solo puedo ser beneficiado por ello

Una saga mucho más longeva, pero que yo solo sigo desde sus últimos cuatro o cinco episodios, tiene un título en cartelera, algo intraducible: Quantum of Solace. (Y no voy a reproducir el bobalicón chiste que publicó asimismo la Fotogramas del pasado mes) ¿Podría hablarse de un efecto Caballero Oscuro para las sagas? Las dos últimas pelis con Pierce Brosnan se estaban saliendo de madre: unos ertzaintzas estupefactos persiguiendo a Bond, una física nuclear (?) llamada Christmas (Navidades) con el rostro (y el cuerpo) de Denise Richards, la presencia de Madonna, un coreano que cambia de piel como Michael Jackson... En fin. Que llegó Casino Royale, una muy buena película de hecho, y se pusieron serios. Echaron a Jhon Cleese como inventor de gadgets, y ahora ya no dice eso de: Bond, James Bond; o: batido pero no agitado, o como leches se diga. Mantiene lo de disparar a cámara, pero lo deja para el final.

Y, ay amigos, la crisis sexual llega también al espía. En Quantum solo añade una muesca a su marcador, y eso con un personaje al que parece que hayan metido en exclusiva para eso. Cierto que la duración no da mucho más de sí: son cien minutos, más o menos, en los que cambian de país como quien cambia de camisa y se suceden un huevo de personajes, cuya presencia en algún caso solo se explica si has visto el episodio anterior. Pero bueno, me gustó en general, sobre todo algunas buenas escenas de acción, que eso es lo que se espera: como la persecución en Sienna o el momento de la ópera Tosca, entre otros. Es una reformulación de James Bond, que gana en realismo si bien no en originalidad, pero cumple.

Bueno, esta noche si puedo escribiré otro pequeño post, hasta entonces si es factible.

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