jueves, junio 24, 2010

No tengo miedo al fuego eterno (II)



Esto es todo lo que he podido sacar con mi anticuada cámara y mi quizá también anticuada estatura. Ahí podéis ver a Leire, de azul, a los chicos con sus instrumentos. He de decir que yo no soy amayista a ultranza. No me cae mal Amaia Montero (tampoco es que la conozca en persona) pero creo que Leire canta igual de bien y es más atractiva, aunque esto último no cuente en el plano musical. Si yo tuviera una hija creo que Leire sería un nombre muy eufónico para ella, ¿no? Leire León.
No entiendo por qué algunos creyeron que con la marcha de la vocalista el grupo iba a irse al carajo. La elección de la cantante es decisiva, pero la Oreja no es un grupo con chica. Los pibes son su esencia, son quienes formaron el grupo en una primera instancia. Canciones como París o Muñeca de trapo me emocionan igual con la voz de Amaia o la de Leire, reconociendo que tengo a la primera más asociada a mi memoria.
Lo único malo del concierto es que se me hizo muy corto, aunque hora y media no es moco de pavo. La Oreja tiene un repertorio muy extenso y, como pasó con Battiato, era inevitable que canciones de valor sentimental para mí se cayeran. Con todo, las mejores sí salieron a la palestra. Acabado ya, me desplacé al río para incorporarme a los fastos del cumpleaños y santo de Juancho, a quien habían vestido de San Juan (sin necesidad de cortarle la cabeza, por fortuna). Nos desplazamos al Húmedo, a sabiendas de cómo estaría de saturado, y llegamos justo para el final apoteósico de la verbena de la Plaza Mayor. Bailando encima de un tablado, con cierto temor a que se viniera abajo, me quedé estupefacto viendo a dos tipos en la primera fila que se habían bajado los pantalones y estaban en pelotas. Nos estaban dando el culo, y era lo mejor que podían dar porque lo de delante no tenía el menor interés en verlo. Como sea que los bares estaban más o menos como los de Chueca el día de la manifestación, nos marchamos esperando que la tradición pueda proseguir el año que viene. Yo también espero que, cuando la Oreja saque nuevo disco, pueda asistir a otro concierto pagando o no, y acompañado de algún orejófilo/a, o al menos de alguien que no tenga orejitis y me de el gusto de acompañarme.

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