domingo, octubre 03, 2010

Especial cuarto aniversario (I).




Como sea que el próximo día de San Froilán, martes 5, se cumplen cuatro años de la primera entrada de este blog, voy a volver al principio, a la ciudad en la que se
inició todo. Allí estuve del 15 al 26 de septiembre, justo después de realizar un examen que por fortuna se saldó con una nota de 7,7, notable, bastante alto según mis expectativas. Me enteré de la buena nueva en un Starbucks de la calle Fuencarral, gracias a la tecnología wifi, así que ya tengo todo el primer ciclo de la carrera aprobado a excepción de tres créditos libres que se pueden cubrir con bastante facilidad. Al domingo siguiente al examen estuve comiendo con Oli en el chino Rey de los tallarines, en efecto los tallarines fueron lo mejor del menú aunque lo demás tampoco se quedó manco. Ahí arriba tenéis la instantánea que da fe del encuentro. Puesto que Oli me ha acompañado en la andadura del blog desde el primer momento, podría decirse que en dicha comida celebramos tanto el aniversario, como mi nota, como, claro está, nuestro reencuentro. ¡Espero que la próxima sea pronto!


Anteriormente me había pasado por la cuesta Moyano, no estaba por la labor de ir cargando como un idiota con libros pero en mi defensa he de alegar que los dos ejemplares que compré están íntimamente relacionados con la literatura que he estudiado en los dos cursos anteriores de carrera, y con un precio de cinco euros cabe pensar que si viviera en Madrid terminaría almacenando una biblioteca a prueba de mudanzas. Ahí poso con los dos, y con otro que me regaló Oli con suma amabilidad.


Luego, callejeando por ahí, nos adentramos nada menos que en el Callejón del Gato, al que se refiere Valle Inclán en su obra Luces de bohemia. Allí disertaron sus personajes sobre el esperpento, ese esperpento que tanto ha influenciado en mi existencia y lo seguirá haciendo... Fue una casualidad muy gratificante, ahí pongo una placa conmemorativa que ilustra el hecho.



Para finalizar, y descansar un poco del siempre viciado aire de la capital, nos adentramos en el Jardín Botánico, donde visitamos la colección de bonsais. Fue una jornada fructífera, beneficiada sin duda porque la noche anterior no llegué a casa más allá de la medianoche y las cañas ya estaban de lo más amortizadas. Seguiré escribiendo un poco acerca de estos días, en la medida en la que por ahora el estudio aún no me afecta y me estoy acostumbrando más o menos bien al nuevo curso. Por hoy ya es suficiente, solo quería dejar constancia de que el blog continúa, y confío en que la novela continúe también, ya he podido comprobar que su abandono momentáneo ha merecido la pena respecto al objetivo del examen...

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