jueves, abril 21, 2011

Semana Santa en Madrid (II).




Todas mis fotos pertenecen a la misma jornada del viaje. Ello tiene su lógica, porque no quise ir cargando de continuo con el mamotreto de cámara heredada, que va pidiendo una jubilación forzosa. Sí, habrá que encontrar sustituta en las próximas rebajas o similar porque, aunque domino mejor la escritura que la fotografía, las fotos siempre dan vidilla al blog.
Esa de arriba es de La Fontana de Oro, una cervecería de reminiscencias literarias que ahora más bien se han perdido, entre deportes televisados, la happy hour y los conciertos en vivo. No obstante, todavía algo queda en la decoración, que alterna mosaicos con La Pepa y motocicletas colgadas del techo. Por no hablar de las placas que dan fe de su historia:


Sí, La Fontana de Oro fue un café de comienzos del XIX, época romántica de breve duración en este país, sitio habitual de literatos y también revolucionarios durante esa convulsa etapa. No se qué opinaría Galdós si pudiera entrar hoy en día. Se hubiese encontrado con tres hooligans, los únicos que estaban viendo el fútbol, poco preocupados por hacer el ridículo, supongo que las pintas que llevaban encima les habrían quitado esa preocupación. A fin de cuentas, se trataba de una cervecería como las que solemos frecuentar en León, por eso pedimos unas Franziskaner (a ver si lo he escrito bien) y pasamos allí un rato agradable.


Ahí ando yo, con la birra del monje, luego me pondré junto a Nacho. Salvando las inevitables distancias, León tiene puntos en común con Madrid, ya no solo por la numerosa colonia de leoneses que allí residen. También existen bares de abundantes tapas, como en el que cerramos la ronda. Eso sí, valgan unas precisiones para no quedarse lost in translation. Lo que aquí llamamos corto, allí se llama caña. Lo que aquí llamamos caña, allí es una caña doble. Claro, ya decía yo que eso de que en La Fontana las cañas estuvieran a un euro me parecía muy barato... sobre todo para Madrid. En fin, hablando de beber, hoy es lo de Genarín, una procesión más etílica que atea, no como la que prohibieron ahí en la capital. Ya veremos qué sucede, porque creo que mi organismo se ha adaptado mal al cambio de clima entre Madrid (casi veraniego) y León (turbio y lluvioso). Ya me costaba escribir esto pero, en fin, como sea que los seguidores de este blog han aumentado, sin que yo me explique muy bien por qué, pues no conviene dejar esto abandonado. Supongo que a Madrid ya no volveré hasta verano, ahora habrá que luchar para que ese verano quede libre de gramáticas y similares.

No hay comentarios: