sábado, agosto 29, 2015

Los Minions y la cacofonía ambiental.



La película de Los Minions, según creo recordar, ya está entre las más exitosas del cine animado, pero sin que ello signifique el que llegue a un nivel de calidad semejante a aquella que ahora mismo encabeza la lista, Frozen. No estoy seguro de que la saga de Gru vaya a ser recordada en el futuro, así como convendría enviar al olvido las declaraciones de su creador sobre por qué estos bichos son todos varones (al menos hasta que necesiten algún giro de guión para sacar otra secuela más). Dice el cineasta que son muy estúpidos y les gusta pelearse entre ellos, rasgos típicamente masculinos. El caballerete debería hablar por sí mismo. En todo caso, sus palabras concuerdan con el espíritu de los filmes, con personajes muy planos, muy arquetípicos, y situaciones bastante conservadoras, a pesar de que se pretenda que los protagonistas sean malvados. Es muy fácil eludir responsabilidades propias y justificar un comportamiento estúpido a través de ese carácter varonil que, a fin de cuentas, no deja de ser una construcción cultural, más allá del nivel de testosterona que tenga cada uno. Así es en el mundo de los humanos; en el de los Minions, a saber, ni siquiera queda claro cómo se reproducen, pues aparecen como castrados. Eso sí, la tendencia a travestirse y esa obsesión por las bananas daría pie a interpretaciones muy evidentes. 
El espíritu Minion se apoderó anoche de un reducido, por suerte, grupo de modernos neandertales, de esos que debían pensar que las mujeres se quedaban embarazadas por la mediación de un tótem. O cabría hablar no de minis, sino de ninis, ni cerebro ni vergüenza. El caso es que, tras el oasis de paz de Oviedo, ese piso a veces tan tranquilo que da la impresión de que se va a abrir el vacío y nos va a engullir, aquí al lado hubo una timba de consola hasta entrada la madrugada, con todo tipo de gruñidos semejantes al idioma de esos bichos amarillos, que en realidad es una mezcla de idiomas: inglés, español, italiano, a saber... Entonces me acordé de otra película, del tráiler de Batman vs. Superman, con eso de: Así es como empieza todo... La ira, la rabia, que convierten al bueno... En cruel. Algo así, en todo caso no hizo falta disfrazarse de justiciero. Si yo viviera aquí y eso se repitiera a menudo, todavía. No parece ser otra cosa que una serpiente del agonizante verano, este verano que se resiste a morir con la buena temperatura que estamos disfrutando aquí, pero que siempre deja daños colaterales con estos mini-rodríguez, esta vulgaridad generalizada que siempre se asocia al estío. Por lo que respecta a hoy, si quieren tener la noche más larga sugeriría que se fueran a Astorga.
En todo caso, yo hoy no voy a dedicarme a la tesina. Para evitar dolores de cabeza a mi directora, estoy siguiendo su último consejo y buscando, en el totum revolutum de internet, artículos de expertos (o no) acerca de las obras a analizar. Por mucha cacofonía ambiental, la mente todavía llega a eso. 

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