sábado, octubre 29, 2016

El hueco del tiempo.

Tomo prestado el título de la última novela de Jeanette Winterson. Es una de las que más me han gustado y, al igual que con otras, comenzaré su análisis muy pronto, con el inicio del bloque comparativo de la tesis. El tiempo, una de las constantes de la autora, parece ser cíclico. Vuelve el mismo presidente (no voy a creer en sorpresas de última hora), vuelven también los planes de salir al extranjero pese a la supuesta mejoría nacional. Tras la buena suerte del prolongado fin de semana de mi cumpleaños, también esta semana vuelven algunas decepciones, de tipo afectivo o social. Previsibles algunas de ellas. Bueno, es parte de la vida, al margen de los años que cumplas. 
El mes comenzó mal, diría que va a terminar mal pero no ha concluido aún y, si en verdad la noche de Halloween la voy a pasar con parte de los Abrasadores, entonces difícil será que podamos considerarla mala. Este mes, aparte de situaciones que merman mi narcisismo, he tenido con todo la inmensa suerte de ver a todos los Abrasadores, algo que no sucede todos los meses. La familia ha gozado de una importancia considerable y más lo hará en el próximo día festivo, Todos los Santos, más allá de la americanización de la noche previa. 
De esta manera, sintiéndome querido como me siento, considero que los arrebatos de ira, asco e incluso odio que me han sobrevenido esta semana bien pudieran alcanzar compensación y, de hecho, canalizarse a través de mi creatividad, algo que ya he conseguido: los transformé en el esqueleto de mi primer libro de relatos, una novedad en mi trayectoria. 
Los años complejos, como este, pueden ser a la larga los que más nos influyan, o hasta beneficien. Quizá no tan duro, en comparación. Si vuelvo al extranjero, ¿acaso no sería toda una odisea de mucho mayor calibre? Aunque, claro, volvería mucho más preparado, más motivado. Habiendo tomado nota de los errores que no solo cometí en Suecia, sino también en el comienzo de mi estancia aquí en Oviedo. Ojalá pudiera abrir un hueco en el tiempo para averiguar si merecería la pena... Pero no, sin trampas. Estoy continuamente rodeado de gente que aceptó el reto y no les fue mal, o no demasiado mal. SI ellos pudieron, imagino que yo también. 

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