martes, diciembre 08, 2009

La publicidad hecha cine.

Con Paranormal Activity (¿tan difícil era traducirlo?) se pueden hacer muchos chistes, como que lo único paranormal es su éxito o que es una experiencia para anormales, procuraré no caer en esos recursos fáciles. Si miráis los créditos de Pigmalión veréis que hay un apartado llamado Marketing viral, que es el que se extiende cual virus, como su nombre indica, y es la única razón por la que me explico que esta película haya llamado tanto la atención. El concepto ni siquiera es nuevo, ya salió en El proyecto de la bruja de Blair, que no me gustó pero estoy seguro de que era mucho mejor que esta.
Este filme es el sueño de cualquier cineasta, ha costado cuatro duros (algo que se nota bastante) y ha ganado una millonada. Ahora bien, eso no quiere decir nada, a los directores y a los actores de la Bruja de Blair parece que se los haya tragado la tierra. La campaña de publicidad ha sido engañosa a más no poder, ponían imágenes del público de la película asustándose, y o bien eran muy asustadizos o bien estaban viendo otra cosa. Esos sustos de los que parecían asustarse son todos bastante previsibles, suceden todos en el mismo instante y consisten en cosas como una puerta que se mueve, una lámpara que se mueve, ruidos y poco más. Lo que dio de sí el departamento de efectos. Además, si la pareja vive con un demonio en casa, yo no llego a entender por qué duermen con la puerta de la habitación abierta. ¿Y por qué no llaman a un espiritista competente, y no a un tío que primero larga el rollo y luego da la espantada? La trama es de lo más absurda. Y lo peor de todo es que el director pretende hacernos creer que lo que estamos viendo es de verdad, una especie de documental.
Desde luego que a estos americanos les cuelan cada gol... Yo me quedo con Destino Final 4, que es una película previsible de principio a fin pero al menos entretiene. Para colmo, la publicidad de esta película dice que, si no se proyecta en tu ciudad, puedes llamar para pedir que la lleven. ¿Cómo? ¿No llamo yo para que traigan la penúltima de Gus Van Sant, por ejemplo, (no la de Harvey Milk) y tengo que llamar para que traigan esta basura que, de hecho, sí está en León? Tan risible como pagar seis o siete euros por una película que cualquiera de nosotros podría haber hecho, y mejor.
En fin. A ver si la previsible secuela o remake no es tan horrenda... ¡Y que no plagien de ese modo a El exorcista!

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