sábado, diciembre 12, 2009

El oso y la geisa.


Venía en la última columna de Mr. Belvedere en Fotogramas una cuestión sobre la que mucha gente se pregunta, casi un asunto tópico: ¿hay mucho sexo y/o desnudos en el cine español? Yo creo que sí. No cuela ya el tópico de lo justifica el guión, muchas veces no se justifica ni de lejos y parece más bien obra de ancianos directores rijosos o, peor aún, jóvenes directores rijosos. En ocasiones alegra la vista, como pasó en Mentiras y gordas, en otras hastía y en otras da un poco de reparo. Esto último me ha sucedido con Mapa de los sonidos de Tokyo.
¿Tiene mucho sexo esta película? ¡Pues no! Pese a ser tachada a veces de thriller erótico, ni es un thriller (al menos en mi concepto) ni es erótica pese a un par de escenas un tanto bizarras. Los personajes pasan más tiempo sorbiendo fideos que sorbiendo otras exquisiteces con sabor (?) a limón. Parece que a Isabel Coixet le gusta juntar extrañas parejas, ya emparejó a Penélope Cruz con el venerable Ben Kingsley. No me parece mal. En este mundo, por fortuna, los guapos no solo se acuestan con guapos, los viejos con viejos o los feos con feos. Hay más variedad. Pero ciertas combinaciones me perturban. Ahí tenemos a Sergi López, quien vestido adquiere un cierto atractivo pero desnudo muestra un tipo osuno, en heterosexual, que me resulta antierótico debido a mis propios gustos. Cuando está con Rinko Kikuchi y observo que tiene él más tetas que ella, no puedo evitar el poner alguna etiqueta tipo: El oso y la geisa. Eso sí, considero que la idea de los love hotel debería de exportarse a España. A mí me vendría ahora mismo bastante bien, aunque no creo que pudiera permitírmelos, ni siquiera una habitación decorada como zulo.
Al margen del terreno sexual, la película no me gustó mucho aunque estoy bastante interesado en los temas japoneses. Nada que ver con un Still Walking o un Despedidas, aquí la directora hace una mezcla un poco indigesta, y ver a Sergi López hablando con acento catalán entre actores japoneses doblados resulta un poco ridículo, por no hablar de ese narrador de oficio extraño y presencia en la pantalla aún más.
Hablaría más si tuviera tiempo, solo quiero destacar un dato: de las últimas películas españolas taquilleras como Rec 2, Celda 211 (o el número que sea), Ágora o Spanish Movie (¡incluso Pagafantas!), no he visto prácticamente ninguna pero de todas sospecho que no albergan ni mucho sexo ni muchos despelotes. Lo de Mentiras y Gordas, a fin de cuentas, fue una suma de referencias televisivas en la que el éxito era a priori fácil. Pero creo que el público se está cansando, y la derecha aprovecha esto para atacar a todo el cine español en general, como si todo pudiera meterse en el mismo saco. A mí todos los obsesos del sexo me parecen ridículos, por los dos extremos: los de El sexo es todo y los de El sexo es nada. El justo equilibrio es lo mejor, y si yo dirigiera una película lo tendría bien claro. Aunque, como escritor y guionista, tendría que confiar en cómo de calenturienta fuera la mente del director de turno...
En fin. Hoy igual me trago 2012 , porque ver la destrucción del Vaticano, aunque sea en fantasía, siempre tiene un pase. ¿Y por qué no esperaron a... 2012?

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