miércoles, abril 28, 2010

RUMIMRÓM, O DE LA HIPOCRESÍA OSCULAR DE ESTA SOCIEDAD. (I)


El título puede parecer pedante, supongo que será el influjo de estudiar tanta literatura. El caso es que, ahora que vivimos un no deseado, al menos por mí, verano anticipado, es tiempo de soltarse la ropa y por ello voy a hablar, entre otros asuntos, de Una habitación en Roma, la última película de Julio Medem. No se ha estrenado, y no tengo interés en verla, pero me gusta más su título en inglés: Room in Rome, en su aliteración resulta más eufónico, algo así como Rumimróm. Al margen del título, en su cartel ni sale una habitación, ni sale Roma. Antes bien sugiere un paisaje idílico en el que dos náyades (la mitología como justificación del desnudo) se entrelazan sin sugerir relación erótica alguna más allá del sobresaliente, en ambos sentidos, culito de una y la mirada cómplice de ambas hacia el espectador-voyeur.

Dice Medem que no quería despertar el típico morbo del espectador masculino viendo a dos chicas guapas besándose. Loable intención aunque, ya solo de ver las imágenes que vienen en la Fotogramas, creo que lo de los besos es lo de menos… Es de suponer que al rodar Lucía y el sexo tampoco pretendería que la gente, no me refiero ya a género alguno, se quedase con el cuerpo de Paz Vega, aunque se paseara en pelotas sin venir a cuento dentro de un guión que yo no llegué a comprender en lo que vi de película, que no la vi entera (de él solo he visto completa La pelota vasca, que no incluía ningún desnudo de Otegui o Arzallus. ¡Gracias!). Francamente, yo no comprendería que alguien fuera al cine solo para excitarse. Para eso ya hay miles de vídeos dentro de la red, con chicas tan guapas como Anaya y Yarovenko, aunque supongo que peores actrices, besándose y haciendo todo lo que la película no mostrará o solo sugerirá. Quien quiera satisfacer ese morbo bien lo podrá hacer desde su casa, sin más espectadores; otro gallo cantaría si, como propone jocosamente la revista, el filme se hubiera rodado en tres dimensiones…

En el póster no salen las ninfas besándose, aunque al principio yo pensaba que así sería. Un cartel de este modo, si los ayatolás del Metro o de otros medios de transporte permitieran colgarlo, correría el posible riesgo de ser robado. En caso de que los protagonistas fueran masculinos, antes bien el riesgo sería de ser quemado. No voy a decir nada que no sea conocido, pero bueno es que establezcamos comparaciones. Hablemos de la película I love you Philip Morris, con otra pareja, Jim Carrey y Ewan Mc Gregor, haciendo de pareja. Pese a estar protagonizada por actores de valía, con cambio de registro en el caso del primero, la productora se está planteando no estrenarla en las pantallas, quizá ni siquiera la saque en DVD, y en la más tolerante Europa habrá que ver si llega.

¿Es posible esto, el que acabe en un negocio ruinoso? Pudiera ser, pero de todos modos me extraña. Sean Penn, que no acostumbraba a hacer de gay, ganó el Oscar con su Harvey Milk, película no muy sexual pero con besos incluidos también. ¿No sirvió para nada el éxito de Brokeback Mountain (hurto de Oscar, no me cansaré de decirlo, incluido)? Quizá no, quizá fue una benigna excepción. Quizá impere la hipocresía oscular de quienes están a favor de que dos hombres se besen pero no quieren verlo. Por cierto, no busquéis en el diccionario el adjetivo que acabo de utilizar. En la tarea de un escritor cabe innovar la lengua también… Una habitación en Roma se basa en una película chilena con pareja heterosexual. Rizando el rizo, a ver quién se atreve con una tercera versión con dos hombres o, mejor aún, una bisexual con dos hombres y una mujer (un hombre y dos mujeres seguiría sonando a porno barato). Eso sería, como el nuevo Bifrutas de Pascual, binatural y birefrescante, o como leches se anuncie en su publicidad.

No hay comentarios: