domingo, agosto 21, 2011

Cerrado (o casi) por vacaciones.

Se ha vaciado Madrid. ¡Aprovechemos para ir! Ha terminado lo que ha constituido un verdadero vía crucis para no creyentes y creyentes que no han compartido esta explosión de alegría. Una pena que el Vaticano sea pequeño y el papa no se pueda llevar en su regreso a Rajoy, los Borbones y toda la corte de pelotas oficial. Dicen que ha sido un éxito el evento. Natural, ya lo puede ser trayendo a gente de todo el mundo. Al margen del éxito real o relativo, lo que sí es absurdo es esa manía de compararlo con lo que llaman orgullo gay. Eso sí, nadie podrá hablar de imagen estereotipada de los peregrinos, no son tan diferentes. Llevan tops, pantaloncitos-calzoncillos, hacen botellón y duermen en el suelo, unos al lado de otras y sin camiseta. Es un comentario poco espiritual, pero bastantes me alegraron la vista. Casi me dio pena no haber adelantado el viaje, pero, no, me hubiera dado una lipotimia...
Cuando el papa cogió el avión, yo me encontraba pecando. Bueno, pecando, eso es lo que diría él. Luego me calló un chaparrón, podría entenderse como castigo divino pero lo cierto es que ni el papa se libró de la lluvia. ¿Y si me hubiera confesado con él en el Retiro? Buf, igual llega la próxima edición de Río de Janeiro y todavía no hemos terminado. Y si al menos pensara que la mayoría de esas faltas son verdaderamente censurables...
Pues lo dicho. Que si puedo volveré por aquí a escribir, a saber cómo. Disfrutad lo que queda de verano...

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