domingo, mayo 10, 2015

El terror como infección.



Ayer, para coronar una jornada en la que el adelanto en la entrega de un trabajo me obligó a reorganizarme (hoy queda la otra mitad), vi este filme, que había recibido muy buenas críticas, algunas al nivel de la obra maestra que no es. Pero sí, no me cabe duda, una de las mejores películas de terror que he visionado en los últimos tiempos. Terror indie, así lo llaman. Es una manera de decir que no es ninguno de los refritos y secuelas que sacan como churros para estirar el beneficio al máximo. Sin ir más lejos, este mismo mes saldrá una innecesaria versión de Poltergeist. Pereza me da verla. 
It follows riza el rizo en un conocido motivo del cine de terror: la maldición asociada a la práctica de sexo. En este caso, como si se tratara de una metáfora del vih/sida, lo que se transmite como infección es el fantasma que persigue a los incautos y las incautas que se dejan llevar por sus instintos. Si hay medidas profilácticas, en el filme nada se dice. En realidad solo hay un fantasma, con varias formas. Ni siquiera se si debería llamarlo fantasma, porque su corporeidad es evidente, así como el hecho de que se dedica a lanzar televisiones, cual si fuera un chiste de vascos. 
La temática sexual de la película no se queda ahí, puesto que la entidad tiene cierta tendencia a metamorfosearse en sujetos desnudos del todo, o mujeres con una teta fuera. El desnudo frontal era habitual en el horror de los años 80, tal como me dijo un amigo de Oviedo en cuyo blog se habla mucho de terror (El señor de los bloguiños). Yo vi una versión japonesa, en la que había un círculo borroso alrededor de entrepiernas masculinas y femeninas. Válgame. Tanto puritanismo y luego nos inundan con sus huevos masturbatorios y demás. Condenaría a los censores a leer el ensayo Coño Potens, de Diana J. Torres, uno de los libros más didácticos y clarificadores que he encontrado últimamente. 
Por si alguien dudaba todavía, aclaro que la maldición solo se transmite, a priori, por coito vaginal, a diferencia de la percepción general que se tiene con el sida. La peli será indie, pero no tanto. Incluso cierto estallido de promiscuidad por parte de la protagonista queda fuera de plano. Oiga, ni siquiera algo de lesbian chic, como suele pasar. Dejémoslo, si acaso, para la previsible secuela. Creo que esta es la película de terror paranoica por excelencia. No solo por el tema de la infección, sino porque la amenaza que plantea puede llegar en cualquier momento, de cualquier rincón de la pantalla. Cualquier figurante, que se pasee por una esquina del encuadre, puede ser la encarnación del Mal que se acerque sin que personajes o espectadores se lo imaginen. Es una diabólica variante de ¿Dónde está Wally? De este modo, la película tiene más chicha de lo que podría esperarse (de ahí le viene la buena crítica) y merece la pena el re-visionado. 
Por otra parte, se beneficia de contar con un terrorífico escenario real, que solo se utiliza hacia la parte final: la ciudad de Detroit, con sus casas abandonadas y cierta sensación de apocalipsis tras una epidemia. Frente a ello, la seguridad de los suburbios (no tanta, al parecer). En fin, esta es mi recomendación dominical. Con reservas hacia gente paranoica que tienda a notar que es seguida en la calle (de ahí el título, que no se han molestado en traducir). Quienes vivan solos, como estoy yo este fin de semana, a su discreción. Yo ya me curé de espanto con Cuarto Milenio cada domingo. Hoy lo veré también si consigo meterle caña al trabajito queer. Vamos con ello. 

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