sábado, mayo 23, 2015

La batalla por el futuro no está perdida.

El mes de mayo, en contexto académico, suele ser complicado, ya sea carrera, máster o la investigación doctoral que estoy llevando a cabo. Hace un par de semanas compré un libro al que ya había echado el ojo varios meses antes y que percibí como buena herramienta para la motivación en este período final de curso, que se alargará hasta mediados o incluso finales de julio. Se titula  Sobradamente preparado para limpiar váteres en Londres y, bajo ese llamativo título, se esconde una historia con la que mucha gente en España, joven y no tanto, podría identificarse. 
El libro apareció como producto de un fenómeno viral, de esos que ahora surgen como setas y se desinflan como globos. El propio autor, Benjamín Serra, admite que no es una obra literaria; no obstante, a mí me parece que está bien escrito, desde una perspectiva optimista, sarcástica y con un carácter testimonial que se quiere hacer extensible al hipotético lector o lectora que pudieran encontrarse en su situación. Con dos carreras (y Premio Fin de Carrera que no es premio, al igual que el mío) y máster, se trasladó a Londres con una beca y, al terminarla, pues se tuvo que buscar la vida porque esa ciudad es la más cara del mundo, tal y como señala. Tras encontrar trabajo en una cadena de cafeterías, escribió el tuit que le haría célebre: Tengo dos carreras y un máster y limpio WCs. 
Lo publicó junto a un mensaje de Facebook en el que explicaba con mayor detalle su situación. El problema de Twitter es que no deja mucho espacio para la reflexión, por lo cual todo se simplifica. Sirve sobre todo para coñas fáciles, como la que yo acabo de hacer respecto a los presidentes o presidentas de mesa electoral. Él lo había publicado para familiares y amigos, no pretendía hacerse famoso. El caso es que, quizá por el contraste entre la formación y el componente escatológico, que siempre llama la atención, se expandió como la pólvora. Otro episodio que comenta es cómo tuvo que recoger una compresa (usada, se entiende), del suelo. A mí me ocurrió lo mismo en el Rodilla, solo que era más bien un trapo como los que imagino se usaban en la Edad Media. Por aquel entonces no tenía perspectiva de género, ni había escuchado hablar de Kristeva y lo abyecto... 
Sea como fuere, la confesión del currante consiguió que se formara una bola de nieve que le dio un protagonismo que no había pretendido, en medios nacionales e internacionales, como la imagen de la crisis española. Yo, de hecho, me enteré de su historia por televisión. El problema es que hay una saturación de novedades editoriales con el motivo de la crisis (muchas de ellas dirigidas a gente que, a priori, no tendría mucho presupuesto para comprar libros). Las modas pasan rápido y este libro a poco ya no lo encuentro. 
El autor recibió muchas críticas, porque las redes sociales son así. A mayor repercusión, más gente que opina de ti sin tener la menor idea de quién eres ni de cómo eres ni de por qué escribiste lo que escribiste. El fenómeno fue a menos, como todos, y no obstante de ahí surgió este libro, que constituye un buen acicate para quienes vean su futuro en el extranjero, ya no solo en la capital británica. No se me ocurre una lectura mejor para la jornada de reflexión. Para mí, el mes y medio que pasé en Suecia también me dio para escribir un libro, de tono bastante más personal, pero no se trata del mismo caso. Yo, sobre todo, iba a buscar un máster. No lo encontré y el de León me llevó a la senda en la que estoy ahora, de la cual me siento muy satisfecho. Ahora mismo no me cabe duda de que sí tendré que regresar a buscar trabajo en el extranjero, cuando termine la tesis o antes si surgiera la ocasión. No es algo que me preocupe. Parafraseando el epígrafe del libro, la batalla del futuro no está perdida. 

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