martes, septiembre 15, 2015

La tortilla nostálgica.



El tema de subvertir los roles de género no debe quedarse solo en el doctorado y la tesina, sino que debe saltar a la vida real. Así pues, anoche enseñé a mi nueva flatmate cómo se hace una tortilla francesa (para la española no tenía patatas, las cuales acabo de comprar). La verdad es que es fácil, porque esa receta es como un contenedor en el que se puede echar cualquier cosa: rápido, barato, muy útil para un Master Chef PhD Edition Low Cost. Me quedó mejor de lo que esperaba, sería por el orgullo masculino. 
Masculinidad es lo que sobra en Jurassic World. Imposible verla con los mismos ojos que su primera versión, hace veinte años. En todo caso, busca emocionar, y lo consigue, a través de una catarata de guiños nostálgicos. ¿Cuándo aparece la música de John Williams? ¿Cuándo aparece el T-Rex? Bueno, es obvio cuándo aparece el T-Rex. Incluso, en un holograma, sale ese dinosaurio escupidor que mi primo Juancho tenía en versión de goma, al igual que el propio T-Rex. Es una verdadera tortilla nostálgica. 
Lástima que flojee en los personajes humanos. En la de Spielberg recuerdo buenas actuaciones y diálogos. Ahora no se si es por los actores, los guionistas o el director... Ese empeño por meter a un héroe de acción desemboca en la creación de un tarugo que, si puede comunicarse con los velociraptors, es porque tiene la misma sensibilidad que ellos, respecto al uso del cerebro reptiliano, nunca mejor dicho. No deja de tener lógica. Y la heroína es fuerte, sí. Me gustaría comentarlo con mi compi de doctorado Cristina, pues es el tema de su tesis. No obstante, lo ridículo de que vaya corriendo siempre con tacones no se hubiera visto con Laura Dern o Julianne Moore. En un momento dado le grita a su empleado inmaduro, que colecciona muñecos de dinosaurios: ¡Se un hombre y haz algo por una vez en tu vida! Lo que le estaba mandando era... abrir una puerta. Yo prefería caracteres como el de Sam Neill, un hombre de ciencia pero, tras la catástrofe, también un hombre de acción. 
Aunque lo que importan son los dinosaurios, ¿no? Y la aventura, eso está muy logrado. Ser niños, de nuevo, como el pequeño protagonista del filme, como cuando nos dejamos llevar por la avalancha de merchandising a primeros de los noventa, tal y como nos dejaremos embaucar en diciembre con el Episodio VII (No hace falta añadir más). ¡Qué remedio! No diré nada yo, que uno de mis regalos de Reyes fue una figurita de Bilbo Bolsón. Niños de espíritu, pero con el espíritu crítico de adultos. Al menos eso me sucedió a mí al ver la película, máxime con la investigación que estoy haciendo y los libros que estoy consultando. Chris Pratt: no ambiciones el papel de Indiana Jones, porque ese sí que solo hay uno. Si acaso, una aventura crepuscular más con Harrison Ford y fin de la saga. ¡No nos toquéis la nostalgia! 

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