viernes, septiembre 18, 2015

Las pegatinas acusadoras.



Ye lo que tiene. Empezamos las fiestas con agua, las terminamos con agua. Bueno, en realidad San Mateo no acaba todavía pero, tras haberlo disfrutado unas tres jornadas, creo que ya es suficiente y que puedo venir a León un par de días, después de pasar el que, tal vez, haya sido el período más largo en Oviedo de forma continuada. Eso sí, ayer estábamos preparados para la lluvia. Yo, con mi ruina paragüil, que resiste a todos los embates, y mi compi Jill con uno que acababa de comprar en el chino. No todo iba a ser malo, claro, el agua había barrido la clientela en las mesas al aire libre y, aprovechando un parón seco, nos dispusimos a achicarla y sentarnos, obviando advertencias pasadas como dolor de garganta, etc. Tomamos un mojito y luego nos pasamos al Topu Fartón, que siempre folla con condón según reza una pegatina que me había encontrado y que le regalé a Jill como muestra de la riqueza de nuestro idioma. Obviando, una vez más, las previsibles consecuencias de mezclar bebidas (y que arrastro hasta el momento actual), hubo que realizar un bautizo de sidra para que ella pudiera hacerme fotos y vídeos, no se dónde terminarán pero casi es mejor no saberlo. No me considero una mala influencia, eso sí, que además le estoy enseñando algunos detalles del español, como ese subjuntivo que siempre trae mártires a quienes lo estudian. Para quienes gustamos de escribir, la verdad es que resulta bastante útil. 
Hablando de pegatinas, nos sentamos en una mesa en la que resistían, pese a la lluvia, unas de la asociación Xega que alguien había pegado allí. Por ejemplo, la de la foto de arriba, a juego con la próxima celebración del Día de la Bisexualidad. Por alguna extraña pirueta del azar, me fui a sentar justo enfrente de donde estaba colocada. ¡Vaya con las pegatinas acusadoras! Aunque, en verdad, no podría hablarse de acusación. Yo suscribo al cien por cien el mensaje de la misma. Francamente, ya podríamos tener un chiringuito así en León durante el próximo San Froilán. Le daría color, incluso aunque no estuviese colocado justo enfrente del ayuntamiento. Si bien esta mañana tuve una tutoría, hubo que rematar la faena en la calle Gascona, ahora que había reiniciado a Jill en los arcanos de la sidra. En esta segunda ocasión, ya a mesa y mantel, con un buen plato de rabas y pimientos de padrón y un profesional escanciando, y no desperdiciando demasiado, el brebaje. ¡Vaya con los pimientos! Acostumbrado a los de aquí, con los huevos rotos, ya pensaba que no picaba ninguno. Pues ayer uno al menos sí. En todo caso, disfruté mucho de la velada. Así da gusto hacer de guía turístico, incluso en una ciudad que no es la mía. Mi estancia en León no podrá durar hasta que comience San Froilán, en todo caso podría regresar para el próximo fin de semana y visitar el tradicional mercadillo medieval, con jaima o sin jaima. Todo dependerá de esa tesina y el punto de cocción que alcance en los próximos días. Ya no soy el anacoreta que, a finales de agosto, se dedicaba a aumentarla línea tras línea, pero ahora hay motivos para la calma. Considero que quedará algo más larga, y mejor, que el TFM. El tiempo dirá, pero, como se ve, yo ya he tenido mi celebración por adelantado. 


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