martes, noviembre 27, 2007

Crónica Matritense (2ª parte)


Esta es la gata del piso de Manuel Becerra. Tuvimos una anterior, que era un coñazo y la devolvimos. Esta es mimosa, pero tampoco agobia demasiado. No recuerdo el nombre, pero bueno, si Holly Golightly no se lo ponía al suyo...


Nos habíamos quedado en mi almuerzo del sábado, que llevé a cabo en un Donner Kebap de la calle Hortaleza. Preferiría haber comido con mi tío Guille, pero cuando llegué a Legazpi ya eran las cinco de la tarde, hora del té para los british y también para nosotros en dicha sobremesa. Claudia, el tío y yo amenizamos un rato de tarde hablando un poco de todo, en especial de la dificultad que entraña ahora el vender un piso, ya que el abuso inmobiliario ha llegado a tal extremo que está a punto de estallar todo por los aires. Tras ello, quedé con Nacho por Callao, dimos una vuelta por la FNAC, que estaba hasta las trancas, porque si hay algo que tengo claro de Madrid es que, por mucha crisis que haya, en fines de semana impera el consumismo a lo bestia. Por eso salimos pronto de allí, rumbo a una serie de cafeterías que estaban tan a reventar como los grandes almacenes, menos mal que el Rodilla es un clásico que nunca defrauda y pudimos tomar algo allí.






Y he aquí la cómoda, armarito o como se diga, del salón de la casa. La decoración no la escogí yo, claro, pero tiene su encanto, ¿no?



Tras salir por la noche, agradecí bastante que Oli, por razones muy diferentes a las mías, estuviera muy cansado como para ir al museo del Prado. Venus and company tendrán que esperar... Bastante dolor de cabeza tenía yo, fue un milagro que incluso pudiera arrastrarme hasta el cercano barrio de Pacífico para visitar de nuevo a Nacho y a Jose, el otro compañero de piso que no pudo venir al día anterior. De nuevo merodeamos un poco, porque ellos obviamente no es que suelan salir mucho por allí, hasta encontrar una taberna irlandesa apropiada para la reunión que queríamos mantener el actor, el escritor y el periodista y también escritor en ciernes no? A las diez regresé a Manuel Becerra, para que Claudia y yo pudiéramos poner la conclusión a la visita, si bien mi último acto en Madrid fue ayer por la mañana, por suerte logré encontrar el libro que a León no llevan porque creen que somos demasiado paletos como para interesarnos por el psicoanálisis: el tomo segundo de las Obras Completas de Sigmund Freud. Antes de eso, vimos la película de los Doors, por Oliver Stone, que tiene todos los tics de ese director, pero pese a ello logró algo que parecía imposible, no dormirme a aquellas horas y con la nochecita que había pasado. Así que solo puedo añadir: Come on baby, light my fire on.




Muchas cosas ha visto este catre. La mayoría, confesables.

PD- Esta segunda crónica es más breve porque estoy algo cabreado, hoy fui a clase para una sola hora que resulta habían cambiado, y al volver me llamaron de Tele-2 para decir que debía una factura, pese a que llamamos para anular la línea y mandé un fax que, ¡mosquis!, resulta que no ha llegado. No quiero discutir con un compañero trabajador explotado, así que me limitaré a colgar. ¡Pues ahora resultará que el chorizo soy yo! Se cree el ladrón...

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