miércoles, noviembre 14, 2007

REGRESO A PONFERRADA: PARTE 2. (LA ENTRADA NÚMERO 200)

¡Voilá! ¿Dónde estoy? Tengo una foto muy similar a esta, que me retrotrae al Chinatown de mi añorado San Francisco. Por cierto, si antes me despedí con el deseo de que Egeria os guiara en vuestros viajes, creo que la buena virgen estuvo siempre a mi lado en el mío, porque aparte de no tener ningún incidente, escogí buena época para visitar la zona. Fue marcharnos de allí, y comenzaron las desgracias en cadena. Primero una ola de incendios, aunque, bien mirado, qué más les dará que se les queme su casita de Malibú si deben tener diez más... Ahora, un remedo del Prestige en la propia Bay Area, amenazando entre otros a la colonia de leones marinos que tan buenos ratos hacen pasara a los turistas. Y, mientras tanto, el gobernador bregando con la huelga de guionistas. Qué ironía, él que se hizo famoso precisamente por un papel en el que apenas pronunciaba unas palabras. Esto no es Frisco, amigos, es Ponferrada. Allí comencé dos pasiones. La de la comida china y la del té chino, luego extensible a toda variante de esta infusión. Hago oídos sordos a la rumorología de abuelos troceados y ratas por terneras, para mí es un alimento completo, sano y barato. Este último factor siempre muy de agradecer en mis periplos ponferradinos y matritenses.



¡Ahí estoy! Con el palitroque que contiene tres años de desvelos, autohaciéndome la foto en el baño del restaurante chino Gran Muralla II, sito en la calle General Vives, que fue mi rúa durante el penoso primer curso de Cinematografía. Por cierto, ¿os he comentado que, en dicho curso inicial, la asignatura que más suspendí fue la de Fotografía? Lo digo por excusar la calidad de la misma, y por ende del resto de las que pueda colgar en este blog.

¡Bon apetit! (¿Cómo se dice en chino?) Yo creo que la inflación es un factor que no cuenta para ellos, al igual que la restricción de vender alcohol a partir de las diez de la noche y otras particularidades españolas. Los seis euros que me cobraron por esta comida deliciosa, aunque soy consciente de que algunos tenéis las tripas revueltas, creo que son los mismos que hace tres años. A vueltas de nuevo con la fucking magdalena proustiana o, mejor dicho, cual James Stewart en Vértigo, quise vestir el banquete con las mismas galas que durante la finada carrera. El mismo menú. Rollito de primavera, arroz tres delicias, cerdo con champiñones, agua y té. ¿No falta algo? Hum. Sí, la invitación a chupito de flores. Consecuencias del descubrimiento asiático del capitalismo. De todos modos, disfruté como la vez primera. De hecho, me está dando hambre de nuevo, maldita sea. Después de Ponferrada, el restaurante chino quedó como lugar común en El diez por ciento, y ya en Madrid fue inolvidable aquel brindis marica con sangría el sábado en que murió el Papa, y en León, un almuerzo con palillos del que tengo un, nunca mejor dicho, agridulce recuerdo. Creo que una de mis últimas visitas fue en Madrid con Oli. Do you remember?


All good things come to an end, así que comencé a planificar el regreso. Y, si hay algo de que realmente tengo pésimos recuerdos es del ALSA interurbano, otro factor relacionado con mi libro, por ello no me quedaba duda de que iba a volver en tren. Me dirigí hacia la estación, situada en el barrio del Temple, el cual domina ese egregio caballero de ahí arriba.



Había tiempo aún para una última ventanita hacia el pasado, y he aquí mi segunda y por el momento última morada como estudiante en el Bierzo: el hostal Santa Cruz. Abajo podéis ver que hay otro chino llamado Gran Muralla I, así que entre ambas ediciones de la saga se estableció mi conexión oriental de vivienda en la ciudad. Ni que decir tiene que allí vivía como un rajá, yo solito, y si alguna pega puedo poner es que, al no tener cocina, en ocasiones me daba al antiguo vicio de engullir bolsas de Rufles onduladas sabor jamón de 180 gramos. No puedo escribirlo sin que me tiemble el pulso. Debe ser el mono.



No, no hay foto del tren, no quise cansarme ni cansaros a vosotros, por lo tanto me voy con la instantánea que resume el motivo de este viaje, lo que me permite entonar el ¡Misión cumplida! Soy titulado en Cinematografía y Artes Visuales, y con eso a mí me vale. A quien no, tendré mucho gusto en argumentar su valía. Bueno, el papelito no es que sea muy grande pero, supongo que en esto al menos, el tamaño no es lo que importa...

PD- Mañana jueves 15, concierto de la amiga y vecina Lantana en León, a las 21:00. El bar es El clandestino, en la calle Corral de San Guisán, 10. Yo tampoco tenía ni idea de dónde estaba, coged un mapa, os aseguro que es un sitio con mucho encanto. Allí estaré. Porque ella lo vale.




1 comentario:

Anónimo dijo...

A enmarcar ese titulo!