Hoy el día ha empezado más triste que el de ayer. ¿Y por qué? ¿Porque fuí al fin a clase tras una semana de ausencia? No. Porque, antes de marchar, leí en el periódico que habían asesinado al gigante de piedra hasta entonces situado en la plaza de Santo Domingo, a quien su autor había bautizado como la Vieja Negrilla, y eso que tenía una rocosa virilidad que un desalmado castró quien sabe si por siempre.
En efecto, al ir hacia la parada observé la marca que en el suelo había dejado el cadáver, ausente junto al pirindolo que el kamikaze borracho, que no suicida, se había llevado por delante. Haber visto sus piernas reducidas a gravilla me partió el corazón, y tras la clase estuve comentando la luctuosa nueva con Irene, quien le había dado el epíteto, gráfico para venir de labios de una señorita, del Cojonazos. Antes le solíamos llamar simplemente el Gordo, y era nuestro punto de referencia a la hora de quedar. En vez de quedar en Santo Domingo, quedábamos en el Gordo o, si era ella quien quedaba, en el Cojonazos. Se había convertido en un verdadero símbolo de la ciudad, pese a quienes lo detestaban. Feo era, desde luego, pero también lo es el Gernika y no por eso deja de ser menos arte. Y justo ahora, que antes de las elecciones le dieron un lifting que lo dejaron como nuevo. ¿Resucitará? El autor lo ve complicado. Y el Ayuntamiento no tiene un duro, quizá debería echar a unos cuantos antes de afrontar su restauración.
Del homicida, que solo leí que tiene 20 años y es extranjero, propongo colgarlo por los propios cojones en el mismo lugar que antes ocupaba la estatua, o bien, si está de buen ver, que venda su cuerpo por Papalaguinda hasta que logre recaudar la cifra que le traiga de vuelta. O quizá pueda organizarse una campaña Salvemos al Cojonazos, con conciertos benéficos en los que podría intervenir ese nuevo símbolo llionés como es el acordeonista Yaroslav, que ya se que no se llama así pero es como le he rebautizado.
Yo solo se que, resucite o no, yo sí lo haré sacándole en la saga de los Abrasadores si el gobernador de Libia me lo permite. Cojonazos forever. Descanse en paz.
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