miércoles, enero 27, 2010

¡No puedor!

Se creerá que el título de la entrada se debe a que hoy es víspera de examen, una vez más, pero lo cierto es que me viene a la mente ante la inserción de lo que para un redactor de informativos debe de ser un tipo de noticia cultural. Ya no hace falta ir al Diario de Patricia para comprobar lo penosa que es la sociedad (sean ciertas o no las historias que cuentan allí), basta con ver las noticias y no es por ensañarme con los de Cuatro pero, francamente, lo merecen.
Después del nuevo ordenador de Apple, otro invento revolucionario para la humanidad: un nuevo Trivial, no se si habrá pagado derechos a la marca, basado íntegramente en el pueblo de Barbate. ¡Una noticia chiquitistaní! Hay que resaltar la escena de unos tíos que apenas saben pronunciar el español (esto ya no es expresión analítica, más bien patética) realizando preguntas como si yo escribiera una tarjeta en la que se interrogara acerca del color de la gabardina del antiguo vagabundo Joaquín el Barbas. ¿No creéis que hay una cierta tendencia a la conversión de los informativos en magacines al estilo de España Directo y demás?
Y, como metieron una nota cultural, tenían que compensarla con algo más atractivo de cara al público general, y así insistieron en la manía de las encuestas diciendo que 7 de cada 10 mujeres, como si fuera un anuncio de detergente, estaban satisfechas con su vida sexual. ¿Por qué nunca preguntan por la satisfacción en la vida intelectual? Con su pan se lo coman, señoras. Yo ahora mismo afirmo que no estoy satisfecho, disto mucho de avergonzarme por ello y, de hecho, en días como el de hoy esa es una de mis preocupaciones más ínfimas. No se hace más que tender a confundir la mera sexualidad con el amor o el afecto, y la satisfacción que se pueda obtener de cada uno de esos conceptos por separado, o la mixtura de algunos de ellos, es algo que no se podría calibrar bien en una simple encuesta.
Yo para eso me hubiera quedado en Madrid; ahora mismo siempre estoy en el dilema de aflojar los estudios para encauzar más la vida privada o bien sumergir un tanto esta hasta que consiga mi objetivo actual. En el equilibrio, siempre acaba ganando la carrera. Y está bien que así sea, porque se puede vivir sin vida privada, pero no sin un medio para ganarse la vida en general. No obstante, voy abriendo vías para la conciliación entre ambos planos, y podré seguir trabajando en ellas mañana, cuando de la puntilla al escollo que me queda hoy. Entonces diré:¡Sí puedorrrr!

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