domingo, enero 31, 2010

Vuelta a casa.

Ando entra trabajos, pero no quiero acabar el mes sin hacerme eco de un artículo muy interesante, en general y en particular para mí, aparecido en el Diario de León. Confiando en que al ser este blog muy humilde no tenga problemas de derechos de autor, y al identificarme con los personajes de los que habla, voy a reproducirlo porque comenta una situación que yo estoy viviendo pero al mismo tiempo estoy trabajando duro para salir de ella. Por ahora ya me he quitado dos de este curso, y la tercera va en camino.

VUELTA A CASA.

Luis del Val

Me encuentro al mediodía con una amiga , en un acto social. Su marido, catedrático, no está porque tiene clases a esa misma hora. Nos intercambiamos información sobre el estado de las respectivas familias y me dice que los dos hijos, que fueron buenos estudiantes, licenciados, y que se habían marchado del nido, han vuelto a casa. Lo han hecho obligados por las circunstancias: se han quedado sin trabajo. Es un caso cercano, que conozco, pero no es raro. Casi cuatro de cada diez muchachos de entre 21 y 32 años que se independizaron de sus padres están de regreso al hogar, no por nostalgia, sino porque no pueden pagar el alquiler compartido al carecer de recursos. Como siempre, la familia es el crisol de la solidaridad continuada, la resistente caldera que impide que esto acumule los gases de la frustración y se produzca un estallido. Esta vuelta a casa no es la de Ulises, que regresa después de quedar victorioso en la guerra de Troya, y luego de salir airoso de una docena de apasionantes aventuras, sino un paso atrás, la renuncia a la independencia, la derrota que supone admitir el fracaso en hombres y mujeres que han renunciado a muchas horas de asueto para tener un buen expediente académico, puede que para satisfacer una vocación que ven imposible de realizar y, lo que es peor, volver a la humillación de pedir dinero a los padres para ir a tomar una caña u olvidarse de su situación durante hora y media en un cine.
Les vendimos que el esfuerzo tenía recompensa y que la renuncia de hoy era el escalón para el premio de mañana. Y ha llegado el mañana y están recogiendo el equipo de música y los libros, desenchufando el ordenador y dando un abrazo al compañero o a la compañera de apartamento para llamar a un taxi de vuelta a casa. Una vuelta sin gloria que no se merecen.

PD- (Increíble artículo de mi tocayo y compañero escritor, que parece haber buceado en mis recuerdos. Puntualizo que para mí esto no es una humillación, antes bien un estado temporal del que espero salir reforzado en el futuro. Puede que entonces el esfuerzo y la renuncia sí tengan un premio)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin duda, Luis. El talento siempre sale pa'lante, aunque lento, ta-n lento.

Ten fe! (en ti, no de la otra)

Paco