Antes solo los Oscar eran sagrados, ahora me está dando también por los Globos de Oro, su antesala de ambiente más canallesco en la que, eso sí, también hay galardones televisivos en los que mi mente, fatigada ya a esas horas, desconecta. Quizá esos lapsus me sirvan para repasar, ya que este año los Globos se presentan igualados e interesantes, procuraré aguantar hasta el final, total pa tres días de cuatrimestre que quedan... No he visto la mayoría de las películas, ni siquiera ese Avatar que ha llenado los hogares de curiosas gafitas. Quizá pueda ir a la repesca en Madrid, durante la tradicional visita post-exámenes. ¿Veremos a Almodóvar o a Penélope? Quién sabe. El primero no es muy profeta en su tierra, desde luego. Con gusto os transmitiría la crónica en directo si no tuviera clase mañana, ni examen el viernes. Probaremos en los Oscar, si es que este año coincide que esté aquí. Y debiera coincidir, ya que es en marzo y sin fiestas a la vista. Serán un pequeño globo de oxígeno entre tanto dato, servible o no.
domingo, enero 17, 2010
Un globo de oxígeno.
No debiera estar muy preocupado por los dos próximos exámenes. Aunque seamos de letras, deduzco por pura matemática que pudiera aprobarlos sacando, según el caso, un uno o un dos, a lo sumo un tres (meno no, que diría Tiqui); pero, antes que pasar yo por la carrera, prefiero que la carrera pase por mí. Estoy teniendo ahora un bad romance con los celtas y todos sus puñeteros nombres de árboles, ciudades, animalejos y demás. Me pregunto si cosas como estas podrán valerme para mi futuro profesional, pero si me hubiera salido una púa cada vez que me hubiera hecho esa pregunta desde el colegio, ahora sería un puercoespín. Lo importante es que dicho futuro profesional exista, porque antes que volver a Corte, Rodilla, Telepi o similar me meto a un monasterio.
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