lunes, octubre 12, 2015

Pájaros en la niebla.



Back to basics. Bueno, no tan basics. Una cosa es que haya retomado el bus como medio de transporte principal, pero es que el de hoy debía ser el más moderno de la flota. No es que tuviera ya la consabida pantalla con música y películas, sino un verdadero buspad con puerto USB, internet, TV (que no sintonizaba bien en el puerto) y... juegos. Quién me hubiera dicho a mí que iba a estrenarme en el Angry Birds, quizá el juego favorito de mi sobrino Marcelo, en estas circunstancias, enmedio de una cegadora niebla que no dejaba contemplar las montañas. Me mostré un poco inútil, ya lo creo. Fui capaz de superar el primer nivel, pero lo dejé en el segundo, a falta de un cerdo verde en pie (por cierto, que uno de mis pen drive tiene la forma de esos gorrinos). 
Una excelente manera de mantener a los niños ocupados, que no callados. Venía uno enfrente, enfrascado en un juego bastante más violento, bélico, y haciendo partícipes a los demás de sus progresos con los misiles, cañones, etc. Bueno, eso es lo malo del autobús, que no te permite ir muy lejos. En todo caso, con tanta saturación de entretenimiento, puedo asegurar que un viaje corto de por sí, como este, se hace más breve aún. Ahora solo queda, si es que me surgen ganas en este día de fiesta nacional, redactar un power-point para la defensa del miércoles e introducirlo en el cerdo verde-pen drive para que pueda exponerlo en la sala del departamento. Cuánta responsabilidad porcina... En el fondo, el Angry Birds no es tan distinto del doctorado. En ambos se trata de derribar obstáculos y, si se destruyen varios de un solo golpe, tanto mejor. Por lo que respecta a las explosiones, en mi caso sería explosiones de júbilo cada vez que doy un paso más en la adquisición de este título. Confiemos en que esta semana, salga el asunto mejor o peor, pueda alcanzar un estado semejante. 

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