lunes, octubre 05, 2015

Noveno aniversario del blog.



El sábado se celebraba en Oviedo la Noche Blanca, variación de las ya conocidas Noches en Blanco de Madrid y otras ciudades, que por lo visto nacieron en Francia con la vocación de servir de marco a la temporada de galerías de arte, aunque a la larga han desembocado en un evento polivalente y, a juzgar por lo visto el otro día, multitudinario. Demasiado. Museos que casi siempre veo vacíos soportaban largas colas, a las que no me quise unir puesto que nadie, por diferentes motivos, quiso acompañarme en la tarea. Me interesaba el concepto porque, durante el proceso de confección de la tesina, he venido rumiando algún proyecto artístico que podría aprovechar ideas del pasado, surgidas poco después del propio nacimiento de este blog. No es que la literatura no sea un arte, desde luego, pero me refiero a terrenos no explorados aún. La única manera de saber si una idea tiene o no potencial es desarrollarla y, por fortuna, yo tengo personas que pueden ayudarme en ese ámbito. 
Habrá que testar si tiene potencial artístico y, además, económico. No se vive solo de ser visible, como acabo de leer en un artículo que colgó el amigo Víctor, que de esas cosas sabe un rato. El tema de los ingresos y el trabajo (remunerado) siempre se acaba colando en cualquier momento, aunque sea a horas intempestivas, como el sábado anterior a la Noche Blanca. Al igual que en el sueño del faraón, he visto cómo pasaban las vacas gordas, sin que pudiese ordeñarlas, y llegaban las vacas flacas. Gente menos esforzada que yo gozó de la largueza pasada (llegaron a haber hasta tres becas, gobierno, comunidad y universidad), pero la situación actual no me amilana. Como una respuesta en diferido, ayer me escribieron un par de alumnos del campus para que les diera clase. No me salvará la vida, pero es una ocupación digna, que me aporta experiencia y, al menos, está en la línea de lo estudiado. 
Hace nueve años sí tenía un empleo pagado de forma razonable, vestido con camisa y corbata de similar color a las que ayer llevaba Enrique de Vicente, si bien para soportar a algunas de las luminarias que pasaron por allí no hay sueldo que lo abarque. Tomé entonces la decisión de cambiar de rumbo, que me ha llevado hasta donde estoy, y me siento contento, todavía hoy, de haberlo hecho. Me resulta hilarante que, por el camino, haya recibido reproches cíclicos, que desparecen y vuelven a aparecer, con ninguna eficacia en ninguna de las fases. Por suerte, yo creo saber lo que estoy haciendo. Cada cual debe seguir su camino, sin que el absurdo vicio de las comparaciones se interponga. Este blog nació en el marco de la primera novela de los Abrasadores, saga que no he abandonado y que es probable que retome de algún modo cuando se cumpla una década de la publicación de su primera entrega. Sería muy interesante comprobar cómo evolucionan sus personajes, al igual que yo mismo he evolucionado. Por lo demás, el camino del arte es insospechado y, mientras me lo permita el proyecto doctoral que (a priori) tiene más garantías de asegurarme el sustento, seguiré a partir de este otoño explorando esas nuevas ideas que iré trayendo hasta aquí, o hasta el otro blog para su reactivación, o incluso puede que haya que habilitar un nuevo espacio. Este sitio, el original, seguirá en pie, en palabras de la comisión de seguimiento, salvo catástrofe colectiva o personal. Gracias por haberme acompañado, y que el gobernador de Libia nos ampare. 

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