sábado, diciembre 12, 2015

El ataque de los clones.

Este es el último fin de semana (íntegro) que paso en Oviedo. Tengo pensado viajar el sábado, y así haré salvo circunstancias excepcionales que me privarían de la primera ceña navideña, amén de la oportunidad de votar. Juzgando el desolado panorama de este, se podría llegar a una conclusión errónea sobre lo que ha sido el año aquí. No, ya lo advertí hace poco en este mismo espacio: se debe juzgar en conjunto. Lo que pasa es que las tornas han cambiado. Si en verano yo me afanaba en escribir página tras página de la tesina, obviando la playa o cualquier idea de indolencia estival, ahora no es que esté desocupado, pero, de momento, no hay compromisos urgentes en el horizonte. A partir de la tutoría del próximo lunes, imagino que la cosa cambiará. No obstante, fines de diciembre supone la conclusión del primer cuatrimestre en los grados, además de la fecha de vencimiento de trabajos de máster, etc. Si a esto se suma el curro o las cenas de curro, entre otros elementos, se entenderá por qué la mayoría de la gente anda desaparecida ahora mismo. 
Yo preferiría, con mucho, estar dos días encerrado aquí escribiendo un ensayo antes que asistir a las jornadas doctorales de Mieres, a las nueve de la mañana jueves y viernes. ¡Qué le vamos a hacer! Inventos que se sacan de la chistera, supongo que para desanimar a quienes pretenden comenzar un doctorado. El viernes se estrena El Despertar de la Fuerza, y eso necesitaré yo, no solo fuerza para despertar sino también para no ponerme enfermo el mismo día del evento, como sucedió el año pasado. 
Aún no he comenzado mi comunicación para un futuro congreso, lo haré en las vacaciones, que para mí no son tal. Por ello, he tenido tiempo para leer El Incal, de Moebius y Jodorowsky, una recomendación de Paco. Me está gustando mucho, si hicieran una buena adaptación al cine estaría al nivel de Star Wars (si bien aquella tiene sexo). Hoy no me he acordado del Episodio VII, sino más bien del II, juzgando una serie de fotografías de personas que, en estos dos últimos años, han ido apareciendo por mi vida de forma sucesiva. Un gran parecido, casi clónico, me ha asombrado. Se diría, siguiendo en la ciencia ficción, que apariciones del pasado vuelven en el presente con mínimas variantes, como una proyección, tal vez una proyección deseada, al estilo casi del Vértigo de Hitchcock. Si pudiera juntar in prasentia a estos clones, circunstancia poco probable, podría comprobar de primera mano si el asunto es mera casualidad o algo que igual podríamos mandar a Cuarto Milenio. Quién sabe. De momento, me pasaré al realismo prosaico, el de fregar baño y cocina. 

1 comentario:

claudine dijo...

que la fuerza nos acompañe ;)