jueves, diciembre 17, 2015

Eleveitor peach.

I just entered in some kind of delirium... En verdad que estas jornadas doctorales han sido lo que imaginaba, y más que eso. Un evento dirigido, sin complejos, hacia un tipo de proyectos de investigación más rentables desde el punto de vista pecuniario. Lo cual no es que me parezca mal, aunque tal deberían eximir de la obligatoriedad de asistencia a aquellos cuyas tesis son, ejem, invendibles, al menos invendibles como quien pudiera vender una aspiradora. Me ha engullido un torbellino de consultoras y coaches, con un pandemonio de términos nuevos como pecha kucha, fresh eyes (ya me gustaría tenerlos ahora) o el famoso elevator pitch. Yo prefiero decirlo a lo Chiquito de la Calzada, tal y como puse en el título. 
En mi propio eleveitor, defendí mi tesis con el alivio que supone saber que no va a ser seleccionada. Si mis compis se hubieran tomado el encargo de forma paródica, como un intento de boicotear la seriedad empresarial del acto, la hubieran escogido para que mañana toda la peña se quedara a cuadros con el invento. Me temo que solo yo tengo un sentido del humor tan retorcido. Bueno, al menos nos dieron bufé gratis. Subiré foto cuando mi bragamóvil, ya cercano a su destierro en el planeta Dagobah, se digne a enviarme las instantáneas. Esta ha sido mi primera impresión, ahora me toca descansar, para el remate de las jornadas, y quizá más adelante pueda alargar un poco el relato de estas Jornadas Emprendedoras (ese debería haber sido su verdadero nombre). A darle duro y fuerte, como dijo nuestro monitor esta mañana (ya, una frase que podría ser desafortunadamente malinterpretada). 

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