miércoles, diciembre 30, 2015

La evolución de las sagas.




La Fuerza finalmente ha estado conmigo (y también gracias un poco a la ayuda externa), así que, tras el apagón wifi que he tenido todo el día, puedo al fin escribir algunas líneas sobre el Episodio VII, sin desvelar detalles mayores sobre la trama. Rebelión tecnológica, ayer el móvil casi me boicotea la salida de primos al cine. Una última rebelión, quizá el cacharro haya intuido que lo voy a sustituir en breve. Hubiera necesitado la ayuda de un robot BB-8, pero nada ha impedido la llegada a esta última o penúltima entrada del año. El abandono de la VO mereció la pena (lo más probable es que repita la película cuando la consiga en inglés) y además estrené el último cine de León que me quedaba, uno de los dos que todavía permanecen en pie: el Odeón del centro comercial. Si hablamos de Abrasadores, solo faltó Espe, que fue a verla nada menos que a la primerísima sesión de medianoche el día de su estreno. En cambio, nos acompañó Alberto, mutilado cranealmente en ese selfie post-visionado, quizá por mi poca pericia o porque el móvil, además de para otras cosas, tampoco sirve para autorretratos. 
A lo loco, pero todo salió bien: la sala, los asientos, la cantidad de gente y, desde luego, la película en sí. Al igual que sucede con otras sagas de la infancia, y que ya ocurrió con la trilogía original cuando la revisité, no es posible conservar la misma percepción de aquellos años; pero lo cierto es que, no solo evolucionamos quienes vemos los filmes, sino también el propio espíritu de estos. El Episodio VII da lo que promete, es de una fidelidad manifiesta y enlaza a las películas anteriores a través de toda clase de homenajes, apelando a la nostalgia (de ahí el grueso de la recaudación), pero también se adapta al presente. Ante todo es una gran película de aventuras, de esas que cada vez cuesta más encontrar. Por detrás del ritmo trepidante, me ha parecido ver más feminismo, más masculinidad alternativa (no me refiero a Han Solo, claro), incluso más homoerotismo. 
Este último aspecto no me lo invento yo. De hecho, los dos protagonistas involucrados los tengo en casa como muñecos de acción, pertenecientes a mis sobrinos. Quién sabe, se podría recrear lo que la ficción no se atrevió. En todo caso, no resultaría raro. Si el capitán Jack Sparrow es gay, y lo dijo su intérprete, no veo por qué en otra saga del mismo estudio no puede aparecer un héroe que, de forma sutil, se salga de lo establecido. Lo que sí es claro, sin miramientos, es que cuenta con una protagonista femenina muy potente, no lo digo solo en lo físico. No se si pasa el test Bechdel, pero me trae sin cuidado. No creo en ese test, de Bechdel solo me interesa su obra, como esas tiras de Unas bollos de cuidado que leí en verano y que, contra todo pronóstico, se han hecho en parte realidad en mi piso de Oviedo. Y el malvado, en realidad es un malvado en formación. Su aspecto, bajo el casco, es un tanto andrógino, un poco a juego con el de Anakyn en el penúltimo filme. La ambigüedad no solo está en el aspecto, también se remarca la ambivalencia entre la luz y la oscuridad, sus sentimientos encontrados. Espero que se avance en esa línea. 

La película, al ser la primera de una nueva trilogía, desde luego que tiene la concepción un poco de prólogo. No deja casi respiro y, para ulteriores episodios, me imagino que recuperará uno de los aspectos más interesantes, el de la formación jedi, con sus referentes mitológicos y filosóficos. Que la desaparición de Yoda, muy sentida, no impida rescatar esos elementos, que van mucho más allá de la esencia de cualquier blockbuster efímero. Por ejemplo, de ese último Parque Jurásico y su abyecto guión. Salimos encantados del cine. Me gusta recuperar la pantalla grande para momentos tan especiales, pero sobre todo si es en buena compañía. Como amuleto, me había llevado a Jabba el Hutt. No sale en la peli y tampoco es que sea mi personaje favorito, pero es que no tenía otro en casa. A la vuelta, hice algunas Jabba Variations, como las que he colgado aquí. Habrá que esperar un par de años para solucionar todos los interrogantes planteados por este episodio. ¿Habré defendido la tesis por entonces? Con la primera trilogía fue más fácil, porque terminó en el año 83... 

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