domingo, enero 17, 2016

Pre-cognición.

Siguiendo con el libro de Enrique de Vicente, pasamos al terreno de la pre-cognición, la profecía o la adivinación. Aunque, realmente, creo que debería hablar de simple intuición. Hay factores, en esta semana, que no pude prever. Noticias que no esperaba, como el hecho, ya que estamos en materia, de que la exposición de Cuarto Milenio va a viajar a León en marzo, al Petit Palais (a.k.a. Palacín), un edificio del que hasta ahora desconocía el uso, si es que lo tenía. Me emociona que llegue a mi ciudad, pero, claro, no se si debería aflojar doce aurelios para una muestra que apenas difiere de la del año pasado, salvo algunas adquisiciones de esta temporada (como los personajes de los cuentos maravillosos, el programa visto en Reyes). Dejemos el asunto para marzo, pues. 
Pre-cognición quizá no, pero sí tuve la intuición de que esta semana podría ser demasiado tranquila en Oviedo. Previendo ello, el pasado fin de semana en León hice todo lo que podía hacer: salir, tapear, jugar al Risk (sí, esto tampoco pude imaginarlo a priori), y demás. Era la tempestad antes de la calma, y esta es mi calma antes de la tempestad. Hablando de forma metafórica, por supuesto. No quiero tormentas cuando llegue a la conocida como Ciudad de la Luz, y mucho menos cuando me encuentre dentro del avión. Ahora mismo, albergo una sensación de tabula rasa en lo que se refiere a este año. No en todos los aspectos, claro. El doctorado ya lleva un trecho. Antes de comenzar con las inscripciones en esa tabula, me he reservado unos días para preparar un viaje, por otro lado, corto. Un viaje como metáfora de lo que puede ser este año: habrá que tomar decisiones. En París, para ver las zonas que más apetezcan, que no tienen por qué coincidir con las más obvias o visitadas. La mítica librería Shakespeare and Co. por ejemplo, es un punto que me interesa más que varios museos. 
Hace tres años de mi primera toma de contacto con Oviedo, sin tener la menor idea de que terminaría viviendo aquí (aquel día llovía, al igual que hoy). El viaje a París también es muy simbólico, sin que por ello tenga que acabar viviendo allí también. Pero llega en el momento apropiado. Como señalan el maestro Enrique y Dragó (que dice que quiere ser mujer para experimentar un verdadero orgasmo), su nombre proviene de Isis (Par-Isis), y qué duda cabe de que esta poderosa diosa egipcia puede convertirse en un buen augurio para un doctorado tan centrado en las representaciones femeninas. Prefiero la ciudad de Isis a la ciudad del amor, rótulo que no deja de encubrir cierta vertiente comercial. Por Isis y por Tutatis, vamos allá. Marchons

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